DICE ONFRAY en su curso de filosofía popular, a propósito de las diferencias entre el pensamiento griego y romano:
Los romanos no son muy estimados; cuando se es un apasionado de la filosofía antigua, se prefiere el griego, que es más vivo, ligero y sutil, más inteligente, más agudo, en fin, con un espíritu de razonamiento, de reflexión y de meditación más importante que el de los romanos, de los que se piensa que solo son capaces de crear el derecho y el imperio, la arquitectura y el urbanismo, y que solo destacan en ese terreno. Se piensa que los romanos tienen una gran preocupación por lo real y una pasión por lo concreto que los aleja un poco de la grandeza filosófica de los griegos, pero este inconveniente es tal vez una ventaja, porque esa gran voluntad pragmática en los romanos hace que se pongan a pensar para ser efectivos. Hubo muchos griegos que lo fueron también, Epicuro en primer lugar, Epicuro también tenía preocupaciones pragmáticas, pero entre los filósofos romanos es algo mucho más manifiesto. No hay grandes metafísicos u ontologistas, especialistas de la cuestión del ser, por ejemplo, entre los romanos.