DICE SAVATER en su breve historia de la filosofía que Kant, cuando le llegó la senilidad y la consiguiente pérdida de memoria, comenzó a anotar en su cuaderno los temas de conversación que mantenía con sus amigos “para no repetirse”. Pero este hombre, como se sabe, era de una capacidad mental extraordinaria: la mayoría de nosotros tendríamos que aplicarnos la costumbre de Kant desde la niñez.