SABIDO ES que los cuentos originales de los hermanos Grimm, antes de que fueran adaptados para los niños, estaban llenos de truculencias. Para ejemplificar que la humanidad ha ido progresando hacia sociedades menos violentas, Steven Pinker rescata en Los ángeles que llevamos dentro tres sinopsis de las tres historias de madrastras más conocidas:
• Durante una hambruna, el padre y la madrastra de Hansel y Gretel los abandonan en el bosque para que se mueran de hambre. Los niños se encuentran una casa comestible habitada por una bruja, que encierra a Hansel y lo engorda con la idea de comérselo. Menos mal que Gretel empuja a la bruja a un horno encendido, y “la bruja impía muere abrasada de una forma atroz”.
• Al intentar calzarse los zapatos, las hermanastras de Cenicienta siguen el consejo de su madre y se cortan un dedo o el talón para que les encajen. Unas palomas advierten la sangre y, después de que Cenicienta se haya casado con el príncipe, picotean los ojos de las hermanastras, castigándolas “con la ceguera para el resto de su vida por su maldad y perversidad”.
• Blancanieves suscita los celos de su madrastra, la reina, por lo que esta ordena a un cazador que la lleve al bosque, la mate y le traiga el hígado y los pulmones para comérselos. Cuando la reina repara en que Blancanieves ha huido, intenta matarla otras tres veces, dos envenenándola y una asfixiándola. Después de que el príncipe haya reanimado a Blancanieves, la reina se cuela en la boda, pero “ya habían calentado para ella unas zapatillas de hierro en un fuego de carbón [...]. [La reina] tuvo que ponerse los zapatos de hierro al rojo vivo y bailar con ellos hasta desplomarse muerta en el suelo.