913
912
911
¿Cómo van a parecerme importantes las cosas que solo me importan a mí? A casi todos los escritores que conozco les agrada su infancia, pero yo aborrezco la mía. Aprendí a crearme a mí mismo, poco y de mala manera, en el supuesto de que crearse a uno mismo sea hacerse a esta posada sin caminos a la que llamamos vida. A veces supe hacer lo que había que hacer, pero el interés de la acción, salvo cuando esta pertenece a la historia, está en lo que hacemos, no en lo que decimos. No me interesa gran cosa mi propia persona.
910
909
Los biógrafos de Tolstói contarán cómo ayudaba a los trabajadores a cargar cubos de agua, pero nadie sabrá que nunca le permitió un respiro a su esposa y que nunca, en todos estos 32 años, le dio un vaso de agua a su hijo ni pasó cinco minutos a su lado para darme la oportunidad de descansar un poco.
908
Susan Sontag era una artista, y además una mujer solidaria; recuerda lo que hizo en Sarajevo; siempre tuvo interés por los demás. Su egocentrismo es el egocentrismo natural de los artistas. Sin ego, ¿qué hace un artista? Necesita el ego para caminar, para respirar. La literatura es el ego escrito.
907
EL PRINCIPAL problema que tengo para lograr prosélitos de Francisco Umbral, ahora que ha renacido mi pasión por él tras 25 años de amor y otros cinco de odio, es que este mayúsculo artífice del lenguaje cultivaba un machismo de lo más rancio (sí, existen machismos menos rancios). Escribe en Los cuerpos gloriosos:
Yo lo que quiero es tirarme a Bibí Andersen, ahora que es hembra total, completa, ahora que tiene una vagina, ahora que gusta del hombre/hombre, ahora que el unicornio ha perdido el cuerno y la mujer ha ganado el derecho a ser follada. [...] Hay que cepillarse a Bibí Andersen como sea. Es la asignatura pendiente de la democracia. Los machos viriles lamentábamos que no fuese hembra. Los otros se alegraban de que fuese hombre. Ahora que es mujer, ahora que, tras la castración sacrificial, ya tiene la sagrada vagina de los mitos femeninos, está como un poco obligada, Bibí, a dejar que nos la beneficiemos los varones con carné de tales, aquí en Madrid, más algunos ricachos que vengan de provincias con certificado del gobernador civil de que no son bujas.
Se me dirá que no es para tanto, que solo hace humorismo o literatura (ni puta la gracia), pero qué me decís entonces de esto que cuenta en Crónica de esa guapa gente, cuando narra de forma realista lo que hizo con el entonces famoso presentador de televisión García Tola:
Una tarde de domingo, llena de toda la siniestrez dominical, Tola y yo nos fuimos a su apartamento con dos choricillas del Gijón y, como no se dejaban, Tola les pegó, las insultó, las echó de casa, y yo le ayudé en todo.
Menudo personaje: esto entra dentro de los delitos penales. Se me argumentará el famoso contexto: el contexto no era por desgracia el de ahora, pero ya entonces, año 1991, este tipo de escritos ya estaban mal vistos y esas acciones penadas. De hecho, un grupo de feministas invadió su comunidad de vecinos, años antes de que se fuera a vivir a su dacha con piscina, e hizo pintadas de "UMBRAL VIOLADOR", pero Umbral no solo no se arredró, sino que presumía de su machirulismo y hasta publicó una foto de una de las pintadas en el mismo libro:
906
905
Siempre me he considerado muy feminista. Hace poco me entrevistó una periodista de The Chicago Tribune y después de hablar unos minutos con ella me di cuenta de que quería presentarme como “mujer a la antigua usanza”, por oposición a Erica Jong y Adrienne Rich, que me caen bien, y otras autoras radicalmente feministas. Al final le pregunté si había leído algunos de mis poemas y, al parecer, había leído uno. No entendí cómo podía entrevistarme si no sabía nada de mí, así que se lo dije.
904
Si en el futuro se publica mi diario, temo que dará una idea de mí bastante incorrecta. No he escrito en él durante los largos periodos de equilibrio, de salud, de felicidad; sino en esos periodos de depresión, cuando lo necesitaba para recuperarme, y en los que me muestro doliente, sollozante y digno de compasión. En cuanto vuelve a lucir el sol, me pierdo de vista y el trabajo y la vida me ocupan por completo. Mi diario no refleja nada de todo esto, sino solo mis periodos de desesperación.
903
902
Domingo, 17 de febrero. Murió Beppo, el gato de Borges. Según Fanny, la cocinera, al morir no maulló sino que exclamó: «¡Ay!».
901
900
899
Y de pronto me acuerdo de la caricaturización habitual de los armenios, de los chistes tontos y subidos de tono del repertorio ruso. ¡Sí, por supuesto, los armenios son primitivos! Son pederastas y estafadores, los personajillos ridículos de esos chistes.[...] Es triste que la mayor literatura del mundo y sus exponentes hayan contribuido a la despreciable empresa de reforzar el estereotipo del armenio como buhonero, lascivo y corrupto.¿Por qué la literatura rusa ha recurrido a ese cliché, por qué ha inculcado ese odio obtuso y chovinista?
898
897
El hombre del que estoy hablando no tenía vida social, salvo cuando viajaba. No tuvo familia, más allá de un matrimonio fallido que no llegó a los dos años y exento de convivencia. Nunca trabajó, salvo encargos esporádicos como corrector y algún que otro artículo no retribuido. Vivió casi 47 años, y la mayor parte de ese tiempo llevó una vida muy solitaria. [...] Apenas tuvo contacto con el sistema educativo. Es casi seguro que nunca mantuvo relaciones sexuales.
896
El camino de la cabeza a la pluma es mucho más largo y difícil que el camino de la cabeza a la lengua. En su transcurso se pierden muchas cosas.
895
894
Hablar con él desorientaba mucho a los que no estaban advertidos, pero si te esforzabas por centrarte en su ojo izquierdo, te encontrabas invariablemente con una inteligencia cálida: el ojo de un hombre interesado en todo lo que pudieras decirle.
893
EN jeneral las mujeres jeniales son algo viriles, los hombres jeniales algo femeniles; porque el jenio necesita integración. Lo humano jenial ha de fundir niño, mujer y hombre simultánea o sucesivamente.Un caso supremo sería bastante como jenio; Goethe: llorón y enérjico, exhibicionista y solitario, enamorado y esquivado, etc.
892
891
890
889
Borges cuenta que se encontró con Estela: «No le dije nada a Madre, porque ya le tiene bastante rabia; no hay para qué darle más motivos para que la aborrezca. Me vio en la estación del subterráneo y me gritó: “Hijo de puta, no te me vas a escapar”. Corrí y me metí en el subterráneo; Estela corrió detrás y se metió también. Solo después pensé que, como Estela ve muy poco, si me hubiera hecho a un lado y me hubiese quedado inmóvil, tal vez la hubiera perdido. Delante de toda la gente, me habló a gritos». Tuvieron este diálogo: Estela: «No te me vas a escapar, hijo de puta. Vas a hablar conmigo». BORGES: «Con esa conversación hecha de lugares comunes va a ser difícil e inútil hablar». Estela: «Tenemos que hablar. Porque sos un hijo de puta y un gran escritor. He leído las inmundicias que decís en ese reportaje de El Hogar. En tu servilismo al gobierno has llegado hasta lo más bajo. Vos no estarías del lado de Martín Fierro, sino de la partida. Sin embargo, cuando triunfemos, no te van a degollar, porque yo voy a salvarte». BORGES: «En cambio, si triunfamos nosotros, nadie va a tener que salvar a nadie. A nadie vamos a matar». Estela: «Nosotros sí. Lo que te pasa es que no querés hablar conmigo porque sabés que tengo razón. Vos escribís lo que escribís pensando en mí. Lo escribís para vengarte de mí. Siempre pensás en mí». BORGES: «No. Escribo pensando en Frontini». (Frontini ha escrito con María Rosa Oliver un libro en defensa de la China comunista). Estela (furiosa): «No vas a tener la última palabra. Sos un hijo de puta. Ya te has salvado de mí, porque bajo en Independencia».
888
Borges recuerda una recomendación de Coleridge a un joven escritor, en el sentido de que nunca debe uno empezar a escribir autobiográficamente: las verdades sobre uno quedan para después. Un muchacho joven que está atento a sus reacciones, para luego escribirlas, se volverá muy tonto. Vivirá mal y escribirá mal. Todo lo que escriba será pobre y crudo. Coleridge aconseja (pensando en su propia experiencia) que se evite ante todo caer en ser autor, porque esto seca el corazón.
887
Jueves, 16 de agosto de 1956. Por la noche, comen en casa Borges, Francisco Ayala y Lisi justo. Ayala refiere que Juan Ramón Jiménez ha desarrollado últimamente a tal punto su olfato que de pronto dice: «Ahí viene Gómez con sus botas», y efectivamente, a los diez minutos llega Gómez, con sus botas de cuero de Rusia. Ayala: «Al único colega que soporta es a su enemigo, don Federico de Onís. Lo soporta —o lo soportaba— porque no huele a jabón. Cuando supo esto Onís, tomó una determinación heroica y se bañó. El olfato de Juan Ramón se extiende hasta lo inconcebible. Uno lo llama por teléfono. El poeta se queja: “¿No sabe usted lo malo que me pone el cigarro?”. “¿Pero por teléfono, Juan Ramón?”. “A ver, no me va a decir que usted no está fumando”. Y efectivamente, uno está fumando. Ya no dicta clases, lo que es un alivio para la Universidad. Empezó con mucho empuje, queriendo dar dos cursos, uno de poética y otro de Historia literaria. En ambos dio siempre la misma clase, en que atacaba a la misma gente: “¿Azorín? Buen sinvergüenza es Azorín. Un vendido. ¿Y Unamuno? Un genuflexo. ¿Y el delicado poeta Antonio Machado? Un hombre que vivía en medio de la mugre. Como nunca en la vida se había descalzado, la suela y las plantas de los pies se le habían unido. Estaba herrado y caminaba como un ánade”».
Sábado, 27 de octubre de 1956. Hablamos del Premio Nobel, [...] Borges recuerda que hablaba mal de casi todos sus compatriotas: «Decía: “No se podía visitar a Pérez de Ayala. Tenía la casa adornada con jamones y chorizos”, o: “No se podía visitar a Azorín. Tenía en la mesa de luz un cenicero con un Quijote de metal, de cincuenta centímetros de alto”, o: “En casa de Antonio Machado no pude sentarme en la silla que éste me ofrecía porque en ella había quedado olvidado, de varios días probablemente, un huevo frito”».
