EL PROBLEMA endémico de la poesía en español es el idioma, que es duro, áspero, tan poco maleable que el 95% de la tradición consta de poetas que escriben contra el idioma, que se inventan un idiolecto lleno de palabras y usos que nunca verás utilizar en la calle o en tu casa: no es casual que Lorca tuviera que cumplir 30 años para atreverse a escribir "barro" en vez de "limo", o que Jorge Guillén se pasara un mes completo pensando en si debía introducir la palabra "nieto" en sus poemas (le parecía demasiado prosaico). Cuando los poetas "abrazan" el idioma, caso de Parra, Lizano, Fuertes o Celaya, el resultado queda chabacano; cuando escriben en contra, en cambio, el resultado es perfecto pero artificial. En el idioma inglés no sucede eso; la tradición coloquial anglosajona es mucho más larga y "suena bien", porque el idioma inglés es más propicio y musical, tiene una gran cantidad de palabras-palillo, llenas de esguinces o diptongos, frente a la cantidad de palabras-cascote del español. ¿Cómo es que los ingleses ya escribían en coloquial con Wordsworth y en cambio los españoles no descubren este registro hasta 1947 con el Celaya de Tranquilamente hablando? La respuesta la encuentro en el instinto de sonido de los poetas en español, que rechazan escribir en coloquial porque el idioma que hablan nuestros padres les hace daño a los oídos. La solución a este callejón sin salida no la veo clara y urge encontrarla, porque condena a la poesía en castellano a producir poetas bonitos y de plástico en lugar de feroces y de carne y hueso, que además, cuando surgen, son de una ordinariez desoladora.
EN EL género en disputa, Judith Butler lleva la crítica de la crítica de la crítica hasta el fondo: según esta filósofa, no es que no exista el género, sino que tampoco existe el sexo, y hasta las propias categorías de hombre y mujer están basadas en convenciones. Lo que llamamos sexo o género es una actuación o performance, caracterizada por la estrechez y la dominación, que ha llegado a parecer natural tras siglos de repeticiones. Butler propone nuevas performaciones que amplíen sexo/género; curiosamente, reivindica a travestis mamarrachas como yo, que, al hacer actuaciones donde se nos nota que no somos mujeres ni hombres ni trans, denunciamos sin querer las actuaciones de los demás: nuestros disfraces señalan los del resto. Butler alerta además contra la lucha colectiva de cierto feminismo que, al dar por sentado que el hombre y lo masculino y lo heterosexual son categorías preexistentes, lo cual es falso (también son actuaciones), se enfrenta a ellas con sus convenciones contrarias y solo consigue reforzarlas. Llega a decir que no hay que crear nuevas categorías en el sexo o género, porque la estructura de la gramática es tóxica y con cada nuevo término establece enseguida unas relaciones de exclusión. Propone actuaciones individuales o grupales pequeñas, no masivas, y experimentar en todas las direcciones, saltándose etiquetas o categorías. Es un libro profundo y utópico que hubiera desesperado a Sartre y encantado a Camus.
LECTURAS QUE te incitan a llorar. Keynes predijo en un ensayo de 1930 que la gente del siglo XXI trabajaría solo tres horas al día, 15 horas a la semana:
Por primera vez desde su creación, el hombre se enfrentará a un problema real y permanente: cómo ocupar el ocio que la ciencia y el interés le habrán ganado, para vivir de forma sabia y agradable.
La realidad del siglo XXI es que seguimos trabajando ocho horas y que la red está tomada al 90% por autoayuda que aconseja más esfuerzo y más resiliencia en pos de una salvación individual.
A PRIORI las poetas deberían figurar entre las huestes de Demócrito por la exigencia de verdad y precisión del poema, por su necesidad de ir a lo primigenio esencial, pero al final la mayoría se alista con Platón porque es aún más acuciante la exigencia que tienen de trascender, de añadir un plusvalor al mundo, de darle plenitud e infinito.
ESCRIBE LA Bruyère:
Muy lejos de asustarnos, o incluso de atemorizarnos porque nos llamen filósofos, no hay nadie en el mundo que no debiera tener una fuerte dosis de filosofía; es conveniente para todo el mundo, su práctica resulta útil a cualquier edad, para cualquier sexo y para cualquier condición. Nos consuela de la felicidad ajena, de las preferencias indignas, de los malos éxitos, del declive de nuestras fuerzas o de nuestra belleza; nos arma contra la pobreza, la vejez, la enfermedad y la muerte, contra los necios y los patosos; nos permite vivir sin una mujer, o nos hace soportar aquella con la que vivimos.
Que la filosofía pueda ser un lenitivo, sí: ir más allá me parece exagerar. Lo que le reprocho de siempre a la filosofía es esto: si muchas veces me doy cuenta de la razón de mi sufrir ¿por qué el darme cuenta no reduce mi sufrimiento? Entiendo que la filosofía no puede ser una vacuna completa porque estamos demasiado animalizados, incluso en edades maduras, y porque el estadio donde nos jugamos la vida es un estadio foráneo donde el público nos silba y nos insulta y hasta nos tira objetos: nadie que sea intenso y sepa que va a morir, con la devastadora angustia que eso genera, puede ser curado del todo por el pensamiento.
SOSPECHO QUE la literatura francesa tomó cuerpo en los salones y aledaños de la corte versallesca, esto es, en la intriga, en la murmuración, en la media verdad. Aprisionados en un ouroboros donde la menor frase inoportuna podía costar la posición social, aprendieron a ir de costado, a perfilarse, a ser dobles y triples y cuádruples: Tartufo tenía que nacer en Francia. Una de las obsesiones que más me sorprenden de esta literatura con respecto a las demás es la de “el buen gusto”, la medida, el bajo contraste, la eufonía: esa es la razón de que Gide o Valéry no le perdonaran a Victor Hugo el haber existido, porque Hugo es un autor muscular que solo tiene órganos para lo grande y aparatoso, Hugo es el mal gusto clavado en el culo de la literatura francesa, que es una literatura de las élites y para las élites. Los escritores de ese país se fueron formando en las suavidades del estilo, la etiqueta, la cortesía y de la musique avant toute chose. Mientras los demás escritores caminaban, ellos empezaron a patinar; mientras los demás golpeaban, ellos comenzaron a acariciar; mientras los demás decían, ellos empezaron a sugerir: así se forjó la mejor literatura de Occidente.
—¿Mejor que la griega?
—Mejor.
—¿Mejor que la romana?
—Mejor.
—¿Mejor que la inglesa?
—Mejor.
SI EXISTE algo que he visto en Madrid que no esperaba ver en mi vida, es que personas de izquierdas se pasaran a la ultraderecha al darse cuenta de que el elemento patriota o anti-inmigrante o anti-feminista era mayor en ellos que el elemento clase obrera. Pero leyendo los diarios de Ionesco descubro que ese sorprendente tránsito era también común en su época:
Charlaba con S. Charlábamos tranquilamente. Luego hablamos de política. Evidentemente, es antinazi y anti-Guardia de Hierro. Sin embargo, dice: "Los Guardias de Hierro no tienen razón. No tienen razón en todos los puntos. Sin embargo, hay que admitir, y usted sabe que yo no soy antisemita, hay que admitir que los judíos, que también ellos..., etc. Usted sabe que estoy en contra de los Guardias de Hierro. Sin embargo, hay en ellos una exigencia moral y espiritual que..." Me levanto, molesto. Así es como empiezan todos. Admiten ciertas cosas, con toda objetividad. Hay que discutir razonablemente y objetivamente. En realidad, ceden, sin darse cuenta, un poco a la derecha, un poco a la izquierda. Hacen concesiones. No lo saben. En realidad, meten el dedo en el engranaje. Muy pronto serán atrapados por Moloch. Si se admite uno solo de sus postulados, se termina admitiéndolos todos. Es inevitable. Conozco el tema. Todos mis amigos antifascistas se han convertido en fascistas totalmente, fanáticamente, porque primero han cedido en un pequeñísimo detalle. Tengo la experiencia del fenómeno: la incubación ha empezado; aquí están los primeros síntomas. Les hacen falta entre tres semanas y dos meses para entrar en el sistema. Todos empezaron así. A veces ni siquiera han tenido necesidad de hablar para que yo me diese cuenta del cambio. Un silencio significativo, una sonrisa, me hacen comprender que algo irremediable ha sucedido. Que han sido cogidos. La expresión de su cara cambia. Cierta luminosidad en la mirada. Todos tienen una coartada: la pureza. Pero ¿qué hay detrás de la pureza? La pureza es una trampa.
CUANDO ME vienen con el recurrente tema del genio que ni lee ni estudia ni escribe pero de pronto ¡tachán! pare la inmarcesible obra maestra, recuerdo la manera de escribir de Borges, que es un escritor más genial que cualquiera de los tenidos por genios y que según sus propias palabras escribía así:
Cuando se me ocurre una idea cualquiera -puede ser un soneto, un cuento o un poema en verso libre- yo trato más bien de desalentarla. Ahora, cuando esa idea insiste en que yo la escriba, trato de comprenderla y de saber qué es lo que espera de mí. Pero siempre de un modo pasivo. Y luego la enfrento y recorro la Biblioteca, las galerías y las escaleras de la Biblioteca...
Así no trabaja un genio: así trabaja una abeja laboriosa. Borges nunca escribió sobre un folio en blanco: escribía sobre un palimpsesto.
SOBRE EL socialismo cuenta Žižek este chiste polaco en "Mis chistes, mi filosofía":
El socialismo es la síntesis de los más grandes logros de todos los modos de producción anteriores: de la sociedad tribal previa a las clases sociales toma el primitivismo; del modo asiático de producción toma el despotismo; de la antigüedad toma el esclavismo; del feudalismo toma la dominación social de los señores sobre los siervos; del capitalismo toma la explotación, y del socialismo toma el nombre.
NO ME interesa la amistad entre escritores, que es un mero sub-amor; pero me interesa mucho cuando la relación llega a ser una relación sexual sin sexo, la que se origina del rozamiento que un cerebro recibe de otro y de los celos que se generan de ese roce. En la historia de la literatura universal existen muchas relaciones sexuales sin sexo: me vienen a la cabeza la de Shelley con Keats, la de Scott Fitzgerald con Hemingway, la de Neruda con Vallejo o la de Gide con Proust, pero mi favorita es la de Virginia Woolf con Katherine Mansfield. Fijaos en cómo escribe Woolf sobre ella, años después de que Mansfield haya muerto:
Me viene a la cabeza el recuerdo de Katherine Mansfield –rodeado, como de costumbre, de unos pensamientos que deberían avergonzarme– si hubiera vivido, me digo, habría seguido escribiendo, y la gente habría visto que soy yo quien tiene más talento. Así es como pienso en ella, de forma intermitente, –ese extraño fantasma, con los ojos separados, y la boca tensa, arrastrándose por la habitación. Katherine y yo teníamos nuestra relación; y nunca volveré a tener una relación como esa.
IDEA ASOMBROSA en Thoreau: “Desde que comenzó el mundo, solo han muerto media docena de personas o pocos más”. Los más de 90.000 millones, que según los cálculos, han fallecido desde que el primer homo sapiens pisó la tierra, no se pueden considerar muertes reales según el autor de Walden, porque “no había suficiente vida en ellos”.
SUPONGO QUE estaréis al tanto de la noticia de la universidad Bicocca de Milán, que decidió suspender un curso sobre Dostoyevski a causa de la invasión rusa de Ucrania y luego ha rectificado. Este tipo de comportamientos estúpidos, sin embargo, no son tan excepcionales: Stefan Zweig cuenta en sus memorias El mundo de ayer cómo, al comenzar la Primera Guerra Mundial, se libró una lucha cultural entre naciones:
Shakespeare fue proscrito de los escenarios alemanes; Mozart y Wagner, de las salas de conciertos franceses e ingleses; los profesores alemanes explicaban que Dante era germánico; los franceses, que Beethoven era belga; sin escrúpulos requisaban los bienes culturales de los países enemigos, del mismo modo que los cereales y los minerales.
JUAN RAMÓN Jiménez cada vez me cae mejor, pero tengo que reconocer que debió de ser un personaje total con el que era mejor guardar distancia, porque en asuntos de rencores era otro nivel. Invitado por la universidad de Maryland a que diera clases de historia literaria, sobre 1945, cuenta Francisco Ayala que el poeta de Moguer dedicaba sus clases a meterse siempre con los mismos:
¿Azorín? Buen sinvergüenza es Azorín. Un vendido. ¿Y Unamuno? Un genuflexo. ¿Y el delicado poeta Antonio Machado? Un hombre que vivía en medio de la mugre. Como nunca en la vida se había descalzado, la suela y las plantas de los pies se le habían unido. Estaba herrado y caminaba como un ánade.
Y HABLANDO de Juan Ramón Jiménez y de la dificultad que tienen los grandes escritores hispánicos para imponerse en las sociedades tristemente humildes en las que les ha tocado vivir, problema del que he escrito un poco más abajo, aprovecho para recordar que este poeta ganó el premio Nobel contra España, naturalmente, tanto contra la España de los azules como contra la España de los rojos. Escribe Lola Galán en Juan Ramón Jiménez, Nobel a pesar de España:
En 1956, después de 34 años sin un nobel de Literatura español, el poeta Juan Ramón Jiménez se alzaba con el premio. Juan Ramón, exiliado en Puerto Rico, no era el candidato de la España oficial, que había pujado con todas sus fuerzas por Ramón Menéndez Pidal, gran filólogo y erudito. Tampoco se le apoyó en el exilio. El único padrino del poeta de Moguer fue el profesor de Oxford Cecil Maurice Bowra, considerado entonces como el mayor experto de la poesía contemporánea. Bowra sugiere el nombre de Juan Ramón Jiménez cuando, en 1952, el Comité Nobel le pide candidatos. “En mi opinión es el mayor de los poetas vivos, y merece totalmente este honor", escribe.
ESTO QUE dice José Donoso en Historia personal del "boom" me viene que ni de perlas para exponer mi teoría de las sociedades hispánicas, aquellas donde se ha impuesto una humildad agresiva, de origen católico, destinada a cercenar a los soñadores o ambiciosos. Cuando triunfa la humildad y el igualitarismo más necio, se generan sociedades AMIGUETES CLUB, erigidas contra la meritocracia, por lo que puede suceder que todo un Cervantes o todo un Borges, si carecen de talento social para moverse entre los humildes, que odian ferozmente cualquier superioridad, deban esperar a que les descubran en el extranjero, en los lugares donde se valora el mérito y existe la suficiente generosidad para colocar a un español o un argentino por delante de sus autores nacionales. Dice Donoso en dos fragmentos del libro:
• • • • • El argentino podrá postular a Borges como padre, pero quizá olvide que hasta hace pocos años Borges era gusto de una élite cultural y social muy cerrada, y los que entonces eran jóvenes generalmente no lo compartían: la conciencia del valor de Borges es muy tardía —además de sobrevenir, como tantas cosas en nuestro mundo, después de su “descubrimiento” y triunfo en el extranjero—, de modo que sólo tuvo vigencia como padre a última hora. El caso de Carpentier en Cuba también es tardío.• • • • • Borges, Carpentier, Onetti, eran casi desconocidos en Chile antes de la década de los años sesenta. La privacidad ejemplar de Onetti retardó la difusión de sus obras. La metafísica y el europeísmo de Borges, y el lenguaje excesivo de Carpentier, hacían que los tildaran, si los conocían, de esteticistas, de literatura inútil, y los relegaran.
A su vez, escribe Ramón y Cajal en Charlas de Café:
Casi todos nuestros ingenios han pasado, como el Guadiana, por tres fases: curso a plena luz, eclipse y reaparición. Y lo más triste es que el nuevo alumbramiento ha sido casi siempre obra de justicia y comprensión del extranjero. ¿Quién no recuerda que Cervantes fue descubierto por los ingleses?
A VECES es mejor no saber nada de los poetas que más te gustan. Paul Verlaine era mi poeta francés favorito, pero mi predilección se amustió bastante hace ya muchos años, cuando leí una entrevista donde el escritor bonaerense Blas Matamoro decía esto:
Adentrarse en la vida de un escritor puede deparar sorpresas y, a veces, el estudio de sus peculiaridades biográficas lo vuelven un personaje repugnante o admirable. Cuando uno lee la poesía de Paul Verlaine, suele sentir admiración, pero si después se entera de que este escritor cogió a su hijo cuando era bebé, lo golpeó contra la pared, le hizo una lesión cerebral y lo dejó tonto para toda la vida, puede que ya no le parezca tan excelente su poesía.
EL PROBLEMA endémico de la poesía es lo blando, lo cursi, lo inocuo. El mismo sonido de la palabra, poesía, nunca me ha gustado, porque predispone a decir cosas formales o bonitas en vez de profundas o tremendas. Aquí no existen más que dos caminos: o aceptas la belleza reglamentaria o escribes contra ella. Un poeta antibelleza debe tener en el frontispicio de su mente la siguiente máxima: “NUNCA ESCRIBIRÉ UN POEMA QUE LE PUEDA GUSTAR A MI MADRE”.
DIJE AYER que cada vez que leo al Neruda bueno me entran ganas de no volver a escribir un solo verso más en mi vida; pero en realidad eso solo me ocurre mientras estoy leyendo, porque cuando termino el libro y pasan las horas y los días y aún me dura la agresión recibida, pues los grandes poetas son grandes porque permanecen en tu mente, porque se apoderan de ti y ya no te dejan vivir igual que antes, vuelvo a las andadas y de nuevo quiero escribir versos a pesar de todo, sí, a pesar de que el abusón de Neruda ya me pisó los mejores.
SOBRE EL bloqueo o angustia por la influencia, que diría Harold Bloom, que nos produce la poesía de Neruda a algunos, voy a contar una anécdota de Gonzalo Torrente Malvido que viví en el Bukowski Club. Torrente Malvido solía leer poemas de factura clásica, respetuoso con la métrica y la fonética, y nos pegaba a veces la bronca por los poemas que escribíamos nosotros (“perdonadme pero eso que hacéis no es poesía"), pero un día subió a recitar y gritó:
—¡Neruda hijodeputa!
Todos nos quedamos alucinados. ¡Así que Torrente Malvido también hacía poemas bukowskianos! Malvido continuó:
—¡Neruda hijodeputa, cómo jodiste la poesía!
No se movía ni una mosca en el Bukowski Club. ¡Torrente Malvido recitando un poema que no parecía un poema! Y entonces concluyó así, concitando la ovación de la noche:
—Cómo jodiste la poesía, sí, cómo jodiste… la mía.
La Wikiquote de Youtube son los highlights. Yo los utilizo sobre todo al visionar boxeo, para evitarme ver completos algunos combates soporíferos. Los highlights de Youtube tienen una superioridad sobre la Wikiquote, y es que también incluyen los peores momentos de un deportista: existen colecciones completas de derrotas, ocasiones de gol falladas, expulsiones, airballs. En cambio en la Wikiquote no existe una sección de “las peores citas” de cada autor.
LOS POETAS han nacido para ser disidencia... ¿o para hacer ruido y llamar la atención? Recuerdo que Napoleón Bonaparte apartó a los escritores de su círculo cercano porque los consideraba unos "buscabullas". Me he acordado de esto al leer esta fabulosa carta que Marina Tsvietáieva envió a Piotr Ivánovich Yurkévich, escrita a la edad de 16 años:
Y bien, combatir, yo combatiré en el momento álgido por una libertad inalcanzable y por una belleza de otro mundo. No por el pueblo, no por la mayoría que es estúpida, tonta y nunca tiene razón. He aquí una teoría a la que uno puede aferrarse, que jamás fallará: estar del lado de la minoría acosada por la mayoría. Ir en contra - ¡ése es mi lema! ¿En contra de qué?, me preguntará. En contra del paganismo en tiempos de los primeros cristianos, en contra del catolicismo cuando éste se volvió la religión estatal y fue trivializado por sus codiciosos, disolutos y viles servidores, en contra de la república y a favor de Napoleón, en contra de Napoleón y a favor de la república, en contra del capitalismo en nombre del socialismo (no, en su nombre no, sino por un sueño, por un sueño propio, cubriéndose con el socialismo), en contra del socialismo cuando éste se instale en la vida, ¡en contra, en contra, en contra!No hay nada real por lo que valga la pena luchar, por lo que valga la pena morir. ¡La utilidad! ¡Qué ordinariez!Lo útil con lo agradable, el pedantismo alemán, la fusión con el pueblo… ¡Qué asco, qué mezquindad, qué pobreza!Morir por… la constitución rusa. ¡Ja, ja, ja! Claro que suena magnífico. ¿¡Para qué demonios me sirve la constitución, cuando lo que quiero es el fuego de Prometeo!? «Palabras grandilocuentes» me dirá usted. ¡Qué importa! ¡Las palabras hermosas y grandilocuentes expresan pensamientos grandiosos, arriesgados! Amo con locura las palabras, su aspecto, su sonido, su inconstancia y su constancia. La palabra lo es - ¡todo! Por la palabra libre murieron los Giordano Bruno y el cismático Avvakum. Murieron por la palabra libre, por la libertad absoluta, por el sonido de la palabra «libertad».
SOSTIENE MARIO Mario Benedetti que la poesía de Neruda está entroncada en lo literario y la de Vallejo en lo humano. No estoy muy de acuerdo: si comparas a Neruda con Vallejo o Vilariño, desde luego que Vallejo o Vilariño son más humanos; pero si comparas a Neruda con Rubén Darío, Gabriela Mistral, Huidobro, Lorca, Jorge Guillén o Aleixandre, la humanidad nerudiana destaca por encima de la de los nombrados. También habría que ir poemario a poemario, porque no es lo mismo los 20 poemas, donde Neruda se muestra muy literario, que España en el corazón, donde es un huracán, que las Odas, donde celebra seres, materiales y cosas. Por otra parte, lo humano es solo la gradación que sigue a lo pre-humano, a lo animal: Neruda es un poeta más animal que Vallejo y, cuando se pone, el poeta más animal del idioma. Lo que sí comparto con Benedetti es que la influencia de Neruda es castradora y la de Vallejo admite más salidas. Escribe el autor de La tregua en su artículo Vallejo y Neruda: dos modos de influir, publicado en 1972:
En tanto que Neruda ha sido una influencia más bien paralizante, casi diría frustránea, como si la riqueza de su torrente verbal solo permitiera una imitación sin escapatoria, Vallejo, en cambio, se ha constituido en motor y estímulo de los nombres más auténticamente creadores de la actual poesía hispanoamericana. No en balde la obra de Nicanor Parra, Sebastián Salazar Bondy, Gonzalo Rojas, Ernesto Cardenal, Roberto Fernández Retamar y Juan Gelman, revelan, ya sea por vía directa, ya por influencia interpósita, la marca vallejiana; no en balde, cada uno de ellos tiene, pese a ese entronque común, una voz propia e inconfundible. (A esa nómina habría que agregar otros nombres como Idea Vilariño, Pablo Armando Fernández, Enrique Lihn, Claribel Alegría, Humberto Megget o Joaquín Pasos, que, aunque situados a mayor distancia de Vallejo que los antes mencionados, de todos modos están en sus respectivas actitudes frente al hecho poético más cerca del autor de Poemas humanos que del de Residencia en la tierra).
TRAS LEER el desafortunado artículo de Mario Benedetti (es un gran ensayista, ojo, pero ese artículo Neruda/Vallejo no es de lo mejor entre lo suyo), me he dado cuenta del error que supone comparar a dos personas, sean del gremio que sean, y extraer de esa comparación rasgos generales de cada comparado, porque si nos comparamos con Hitler, todos vamos a parecer bondadosos; pero si nos comparamos con Gandhi, todos pareceremos malvados. Por lo que dice Benedetti, parece que Vallejo es un poeta de poco poder verbal, pero la realidad es que el poder verbal de Vallejo, aunque inferior al de Neruda, es también muy grande. No se puede comparar a dos poetas sin considerar a la poetambre en su totalidad, porque de lo contrario se cae en estos errores de juicio tan gruesos.
…lo mejor del artículo de Benedetti es que sobre el final reivindica Plenos poderes, poemario de Neruda de 1962 que le parece el más humano de todos, aquel donde “su vida personal se liga a su expresión poética”. Como hacía siglos que no me leía esa obra, me he puesto a leerla hoy… y de nuevo he vuelto a sentir el poder, la imantación nerudiana, la caída de baba que me viene cada vez que leo los poemarios buenos (tiene muchos malos) de este extraterrestre. Qué poeta, por favor, si es que no existe estupidez más grande que ponerse a escribir poemas después de semejante monstruo. Hasta estoy por decir que es el mejor poemario que me he leído en los últimos cinco años. No me acordaba ya de él porque solo me lo leí una vez, en 2005, cuando me ventilé la obra completa de este maestro en la colección de RBA, y desde entonces siempre vuelvo a mis Nerudas favoritos: su Residencia, sus Odas o sus 100 sonetos…
Dijo Quique Setién una vez que Messi es una de las razones que existen para vivir. Algo así me sucede a mí con Neruda. Nunca estaré del todo solo mientras conozca el idioma en que escribió este animal.
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