COMIENZO A hacer un catálogo de árboles a los que se subían los autores para escribir sus libros. Julio Cortázar se subía de niño a un sauce: allí escribió a los nueve años su primera novela; Miguel Hernández, en Madrid, escribía poemas subido a la higuera que había en el patio de la casa del escultor Víctor González Gil. Idea Vilariño, por su parte, se subía a los árboles de magnolia, aunque no consta que allí escribiera nada, sino que dedicaba aquellas alturas a leer.