ASÍ HABlÓ Zaratustra es insoportable. Es mucho más lírico Nietzsche en libros como Más allá del bien o el mal, Crepúsculo de los ídolos, Ecce homo o El Anticristo, donde se ejercita en tareas de demolición, que en este profeta que quiere ser terrible y solo llega a retórico y cursi. Pienso ahora que la faceta cursilínea del filósofo del martillo no está lo bastante estudiada; hace unos años me leí su poemas en la edición de Hiperión y me parecieron todos malísimos por el mismo motivo: cuando Nietzsche trata de hacer poesía, se abandona a la retórica y la blandura. Recuerdo además cómo se declaró a Lou Andreas Salomé: 
¿De qué astros del universo hemos caído los dos para encontrarnos aquí uno con el otro?
Con semejante frase miraquelinda es imposible conquistar a nadie, mucho menos a Lou. Lo propio, lo auténtico y genial en Nietzsche era la mordedura: cuando mordía llegaba a cimas de violencia en el lirismo difíciles de superar. En cambio, cuando quería ponerse artista y cogía la lira, ¡ay!