ALGUNAS RESPUESTAS son tan obvias como el escondite de La carta robada de Poe, pero por tan obvias no acabas sospechándolas nunca. Toda la vida he pensado que los naufragios en el Mediterráneo que se narran en la Odisea o en otros libros grecolatinos eran falsos, licencias literarias, pues es de todos sabido que ese mar no se caracteriza por la peligrosidad, pero hete aquí que Michel Onfray, en su curso de filosofía popular, en las clases destinadas a Lucrecio, me ha abierto los ojos: los naufragios de la Antigüedad eran verdaderos por la razón de que… ¡los barcos de antes no eran como los de ahora! Los barcos de antes muchas veces estaban mal construidos, o mal calafateados, o sus materiales eran muy débiles, de forma que a la mínima ola, al mínimo sobrepeso, al mínimo viento, se hundían sin remisión. De hecho, también hoy se hunden si no cumplen los mínimos, por ejemplo las pateras. Al escuchar esto de labios de Onfray me he quedado con la boca abierta, con cara de tonta, y me he prometido no volver a sobrestimar JAMÁS mi inteligencia, aunque ya sabéis que la cabra…