ASOMBRA LA manera milagrosa mediante la que se salvaron algunas obras maestras. Cuenta Graham Robb en su biografía de Rimbaud que en 1901, casi diez años después de su muerte, aparecieron en Bruselas los ejemplares de Une Saison en Enfer que el poeta encargó en su día y que nadie había reclamado. Fue entonces cuando la hermana de Rimbaud y su marido Berrichon, que se habían hecho cargo de la herencia del poeta y trataban de presentarlo en público como un santo que no había hecho una travesura en su vida, intentaron persuadir al hombre que los había encontrado para que los destruyera todos. Por fortuna, la destrucción no prosperó: a esa suerte debemos la existencia de una de las obras más devastadoras de la literatura, que sigue zarandeando las mentes de los lectores de generación en generación.