DE EMERSON me atrajo su individualismo libertario, pero se me desplomó cuando leí “Hombres representativos” y descubrí su entusiasmo por Napoleón Bonaparte. A partir de ahí ya le he cogido manía y lo leo a la contra, olvidándome enseguida de los elementos claramente humanistas de su pensamiento, así como de su ecobiologismo o sus guiños budistas e hinduístas. Mis problemas con él se concentran en que cultiva la misma ética para tarzanes que Nietzsche, a quien tanto se parece (aunque fue él quien influyó en el alemán): considera que los amigos deben ser duros, hasta crueles en su sinceridad contigo; considera que la soledad es propia de los fuertes y solo trae beneficios; cree en los genios y en la originalidad como valor supremo; piensa que uno debe hacerse a sí mismo y no quejarse; subraya de continuo la diferencia entre ser un hombre y ser un "gran hombre"… Es la clase de pensador ideal para Usain Bolt: Emerson te explica cómo debes correr los 100 metros en menos de diez segundos y, si no lo consigues, que te quede claro que la culpa la tienes tú.
¿Por qué los hombres nos suicidamos tanto en comparación con las mujeres? Razones íntimas/familiares aparte, existe toda una construcción patriarcal en la filosofía, de la que nombres como San Pablo, Séneca o Nietzsche son piedras esenciales, que nos dicen cómo debe ser el hombre santo, el hombre sabio, el hombre superior. Y claro: la desproporción entre el hombre que ellos proponen y el que nosotros llegamos a ser tras arduos esfuerzos es tan grande y nos hace sentir tan mínimos, que no es raro que a algunos les entren ganas de desaparecer.
No quiero ser un santo ni un sabio ni un ser superior. Los hombres necesitamos filósofos que nos concedan el derecho a perder, a quejarnos de nuestra soledad, a no estar a la altura. Necesitamos filósofos que respeten la fragilidad esencial del ser humano.