DICE GEORGES Simenon en la entrevista que concedió en 1955 a The Paris Review que, una vez que comenzaba la novela, escribía un capítulo cada día “para mantener el ritmo narrativo”. Esta regla la llevaba tan a rajatabla que, si se ponía enfermo durante 48 horas, arrojaba los capítulos anteriores a la papelera y comenzaba una nueva novela.