A VECES es mejor no saber nada de los poetas que más te gustan. Paul Verlaine era mi poeta francés favorito, pero mi predilección se amustió bastante hace ya muchos años, cuando leí una entrevista donde el escritor bonaerense Blas Matamoro decía esto:
Adentrarse en la vida de un escritor puede deparar sorpresas y, a veces, el estudio de sus peculiaridades biográficas lo vuelven un personaje repugnante o admirable. Cuando uno lee la poesía de Paul Verlaine, suele sentir admiración, pero si después se entera de que este escritor cogió a su hijo cuando era bebé, lo golpeó contra la pared, le hizo una lesión cerebral y lo dejó tonto para toda la vida, puede que ya no le parezca tan excelente su poesía.