NO SÉ si fue en Umberto Eco o en Karl Kraus donde leí que la posteridad, en cuestiones literarias, no pertenece a quien lo escribe primero, sino a quien lo escribe mejor. En el caso del soneto célebre de Lope de Vega, Un soneto me manda hacer Violante, esta aseveración se cumple al ciento por ciento, porque la composición de sonetos sobre el soneto era un género en toda Europa, también en castellano, donde ya lo habían cultivado antes Diego Hurtado de Mendoza y Baltasar de Alcázar.

El de Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575)

Pedís, reina, un soneto, y os lo hago:
ya el primer verso y el segundo es hecho;
si el tercero me sale de provecho,
con otro más en un cuarteto acabo.

El quinto alcanzo: ¡España! ¡Santiago, cierra!
Y entro en el sexto: ¡Sus, buen pecho!
Si del séptimo libro, gran derecho
tengo a salir con vida de este trago.

Ya tenemos a un cabo los cuartetos:
¿Qué me decís, señora? ¿No ando bravo?
Mas sabe Dios si temo los tercetos.

¡Ay! Si con bien este segundo acabo,
¡nunca en toda mi vida más sonetos!
Mas de éste, gloria a Dios, ya he visto el cabo.


El de Baltasar de Alcázar (1530-1606)

Yo acuerdo revelaros un secreto
en un soneto, Inés, bella enemiga; mas,
por buen orden que yo en éste siga,
no podrá ser en el primer cuarteto.

Venidos al segundo, yo os prometo
que no se ha de pasar sin que os lo diga;
mas estoy hecho, Inés, una hormiga,
que van fuera ocho versos del soneto.

Pues ved, Inés, qué ordena el duro hado,
que, teniendo el soneto ya en la boca
y el orden de decirlo ya estudiado,

conté los versos todos y he hallado
que, por la cuenta que a un soneto toca,
ya este soneto, Inés, es acabado.


El de Lope de Vega (1562-1635)

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto; 
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.