Eso tan bello que dice Borges, lo de que “los buenos lectores son cisnes negros aún más raros y preciosos que los buenos escritores”, me recuerda al verso de Hugo, “negra es la sombra, aunque sea del cisne”. El segundo, sin embargo, incurre en antiquismo y en eurocentrismo, porque los cisnes eran blancos hasta que colonos ingleses, a principios del siglo XVII, y más tarde el capitán James Cook, llegaron a Australia y descubrieron que allí... ¡la mayoría de los cisnes eran negros! Cook regresó a Inglaterra con dos ejemplares y la expresión anglosajona "cisne negro", que hasta entonces se utilizaba para referirse a cualquier cosa inexistente, pasó a referirse a cualquier cosa que fuera muy rara.