HE DICHO que no tengo enemigos. Siendo escritor, claro que los tendré. Me refiero a que no tengo enemigos conocidos, de esos que puedan hacerme daño. Vivo en un Kalahari social: la única persona que (mal)conozco soy yo.
Iba a escribir "la única persona que conozco soy yo", pero me he acordado de una anécdota de Schopenhauer que leí en el libro Filosofía para bufones, de Pedro González Calero, y que dice así:
SCHOPENHAUER Y EL JARDINERO
Al final de un paseo por el invernadero de Dresde en el que Schopenhauer había permanecido absorto durante un buen rato en la contemplación de las plantas, como si éstas, con sus diversas formas y colores, quisieran comunicarle su profundo mensaje, se le acercó, extrañado, el jardinero del lugar y le preguntó quién era. Y Schopenhauer le respondió:
—¿Quién soy yo? Ah, si usted pudiera decírmelo le quedaría muy agradecido.