EN LA novelita de Sienkiewicz, Bartek el triunfador, el protagonista tiene muy pocas luces y no alcanza a comprender la razón de que un polaco como él tenga que librar una guerra contra los franceses en favor de los prusianos. Pero todo cambia cuando un compañero le dice, para convencerle, que los franceses son tan malos-malísimos que tratarán de violar a su mujer Magda. “Ah, –dice Bartek– en ese caso, lucharé contra ellos”. La anécdota ilustra hasta qué punto es difícil convencer a un hombre común para que arriesgue su vida en una batalla; y cómo las apelaciones a Dios y a la patria no siempre funcionan, salvo que exista un castigo o se apele a dioses más tangibles o patrias más familiares.