HE DECIDIDO leer de nuevo a Tucídides y había apartado los cuatro volúmenes de Gredos en mi escritorio, pero como después he ido al baño y me he abandonado a mis pensamientos, a la vuelta, al encontrarme los cuatro libros allí, solitarios e impresionantes, me ha invadido la religiosidad.
La religiosidad para mí no tiene nada que ver con la de nuestros días, donde personas llenas de miedo ante la muerte pactan una parcelita en el cielo. La religiosidad para mí es agradecimiento.
Agradecer por esta vida, por los árboles, por el cielo la mayoría de las veces de color azul, por el agua, por la noche y el día, por las estaciones.
Agradecer por la existencia de un libro, Historia de la guerra del Peloponeso, que tiene 2400 años de existencia y que ha sobrevivido a incendios, saqueos e indiferencias hasta llegar a mí y mi taza de café.
El profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Leioa nos dijo: "Bastaría que os leyeráis a Tucídides para aprobar esta asignatura. Se han escrito tres o cuatro libros buenos a lo largo de la historia y este es uno de ellos".
Con Tucídides o con cualquier libro que tenga más de dos mil años, primero hay que ponerse delante de él y agradecerle su existencia. Si se puede pronunciar una frase, se pronuncia. Después, con mucho cuidado y respeto, ya se puede empezar a leer.