LA DE veces que habré pensado que ese libro cenital que son los Ensayos de Montaigne quizá se lo debamos al fanatismo cristiano. Que lo que convierte a los Ensayos en una obra maestra, su escepticismo, su tolerancia, su mirada benevolente, sus múltiples perspectivas, sus conclusiones abiertas o no conclusiones, quizá Montaigne no lo llevara dentro sino que era algo a lo que estaba obligado, porque escribía en una época donde por muy poco te mandaban a la hoguera. Si el Tales francés hubiera escrito con total libertad, sin la espada de Damocles del cristianismo, estoy seguro de que habría sido más afirmativo, más enfático, más nietzcheano y, en una palabra, PEOR.