Otra racistada: la de Conrad en El corazón de las tinieblas. Chinua Achebe lo denuncia así:
Joseph Conrad era un completo racista. Que esta simple verdad sea pasada por alto en las críticas a su obra se debe al hecho de que el racismo blanco contra África es una forma tan habitual de pensar que sus manifestaciones pasan completamente desapercibidas. Los estudiosos de El corazón de las tinieblas a menudo le dirán que Conrad no se preocupa tanto por África como por el deterioro de una mente europea provocado por la soledad y la enfermedad. Dirán que en el relato Conrad es, en todo caso, menos caritativo con los europeos que con los nativos, que el propósito del relato es ridiculizar la misión civilizadora de Europa en África. Un estudioso de Conrad me dijo en Escocia que África no es más que un escenario para la desintegración de la mente del señor Kurtz.

Lo cual es, en parte, el asunto. África como escenario y telón de fondo que elimina al africano como factor humano. África como un campo de batalla metafísico desprovisto de cualquier humanidad reconocible, donde el europeo errante entra por su cuenta y riesgo. ¿Es que nadie puede ver la absurda y perversa arrogancia en reducir así a África al papel de puntal de la ruptura de una mente europea mezquina? Pero ese ni siquiera es el punto. La verdadera cuestión es la deshumanización de África y de los africanos que ha fomentado y sigue fomentando esta actitud secular en el mundo. Y la pregunta es si una novela que celebra esta deshumanización, que despersonaliza una parte de la raza humana, pueda ser llamada una gran obra de arte. Mi respuesta es: no, no puede.