ALGUNOS ESCRITORES son expertos en descubrir y condenar el ego del otro. Dice Breton sobre Aragon, una vez que se enemistó con él:
¿Aragon? La opinión general entre nosotros era que continuaba siendo muy "literato": incluso cuando paseaba con nosotros por la calle, era muy raro que no nos leyera un texto suyo. Asimismo le gustaba, cuando hablaba en los cafés, no perderse ninguna de sus actitudes reflejadas en los espejos.
Le dijo la sartén al cazo. Habla aquel cuyo personalismo provocó que casi todos los miembros iniciales del movimiento surrealista francés acabaran abandonándolo. Fueron a preguntarle en 1971 a Julio Cortázar cómo él, sintiendo tal simpatía por el surrealismo y viviendo en París, no se había integrado nunca en el movimiento francés, a lo que respondió: "El surrealismo se había convertido casi en una Iglesia, con Breton como Papa, y yo, por muchas razones, no calzo con las iglesias".