DE LO complejos y susceptibles que son los escritores qué mejor anécdota que esta. Elena Garro y Bioy Casares mantuvieron una amistad/romance durante veinte años. Elena Garro relata así cómo terminó:
Mantuvimos una amistad que se prolongó durante 20 años, pero de repente se acabó. Fue un gran amor y creo que fui el amor de su vida. Cuando me fui de México después de 1968 tenía cuatro gatos y no los quería dejar aquí. Me vino a la mente recurrir a Bioy y entonces le mandé mis bichitos en una caja por avión a Buenos Aires, porque sabía que era muy rico y tenía casas grandes donde acogerlos. Aceptó y dijo “los recojo a todos”. Los tuvo un tiempo en su casa. Sin embargo, Pepe Blanco me escribió luego que se los había llevado a una casa de campo, a una quinta, y los había dejado ahí. Me dio coraje. Él adujo que lo había hecho para darles más libertad. Yo, en cambio, me dije: “Pobrecitos de mis gatos”. El amor que sentía por él se secó.
Aquí no le puedo dar la razón a Garro. Yo misma tengo tres gatos y no se los daría a nadie: si me echaran de mi piso, me iría con ellos a otro piso más pequeño; si me echaran a la calle, me iría con ellos a la calle. Si Garro se desprendió de ellos y los mandó a Argentina por un período tan largo, señal era de que no le eran tan imprescindibles.