DECLARA CÉSAR Aira sobre Sarmiento en una entrevista de 2008:
Hay una cosa en Sarmiento que no me gusta, y es que era un hombre que no leía, era de esos políticos que eligen su tema para entrar en la vida pública, en su caso la educación, el saber, pero paradójicamente él no leía, no dejó una biblioteca. En sus voluminosas cartas, nada menos que 25.000 páginas –si se las publicara completas ocuparían kilómetros de estanterías–, cuenta de todo, hasta el movimiento de sus intestinos, sueños, estornudos, todo lo que le pasaba, pero en esas decenas de miles de páginas no hay una sola mención a un libro. Nunca tuvo un libro en sus manos ni el gusto de hablar de la lectura: se las arreglaba con la lectura de periódicos, de revistas. Y escribió tanto que se ha calculado, haciendo unas sencillas operaciones de multiplicación y división, que redactó unas 70 páginas por día de promedio. ¿Cómo iba a tener tiempo para leer libros?
Esto no lo entiendo. Yo tampoco tolero mucho a los que no leen, porque en el 99% de los casos escriben cosas pésimas, pero cesa mi intolerancia si las escriben buenas, como en el caso de Sarmiento. Existen ingenios legos que han escrito obras maestras, aunque no sé hasta qué punto vale esta definición, porque hasta a Shakespeare y Cervantes se les ha acusado de ser ingenios legos. El propio Aira reconoce en la misma entrevista que Sarmiento escribió cosas buenas y que en el Facundo se pueden leer escenas fantásticas, por lo que, entonces, ¿qué problema hay? Por otra parte, que Sarmiento no hable de libros en sus cartas, acusación que también he escuchado contra Lorca, es otro punto que no entiendo: ¿es que los autores tienen que vivir en escritor las 24 horas del día y hablar de libros hasta en las cartas a mamá?