Y SI ya se demoraba en hacer su obra, ¡como para sacarse una carrera! Fijaos en lo que dice Pepín Bello, en sus conversaciones con David Castillo y Marc Sardá, acerca de cómo le regalaron a Lorca la carrera de derecho:
PREGUNTA: ¿Federico solo se interesaba por la poesía o el teatro?
PEPÍN BELLO: Federico, como les he dicho, vino con la carrera de Derecho terminada, pero no había estudiado ni un minuto en su vida. Era incapaz de estudiar algo que ni le interesara. Como no fuera una poesía o una obra de teatro, no había nada que hacer. ¡Oh, pobre Federico, era un ser inteligentísimo, pero el Derecho no le interesaba nada, absolutamente nada!

PREGUNTA: ¿Cómo fue capaz de licenciarse?
PEPÍN BELLO: Él aprobó la carrera gracias a la intervención milagrosa de un profesor oscense, Agustín Viñuales, catedrático de la asignatura de Economía y Hacienda y que luego fue ministro con la República, que estaba impartiendo clases en Granada. Federico ya desde pequeñito tenía muy claro que quería ser escritor, pero su padre, que era un hombre un poco rústico de la vega de Granada, muy inteligente y rico, se plantó y le dijo: “Mira, Federico. Ni vas a Madrid ni te pago un libro que escribas, como no te saques un título académico. Te quedas en Granada para toda la vida.” Federico se asustó tanto ante la severidad de su padre, que el pobre tuvo que matricularse en Derecho. Cuando llegó a la universidad conoció a Agustin Viñuales, que luego resultó ser casualmente amigo de infancia de mi madre. Viñuales era una persona con una gran cultura que se había formado en Alemania y en Asturias, era de una potencia descomunal.

PREGUNTA: ¿Cómo consiguió Federico convencerlo?
PEPÍN BELLO: Federico se entrevistó con él durante un par de días y le explicó su caso, y en la tesitura en la que se encontraba. Viñuales se empapó bien de Federico, era listo y penetrante, y no se le ocurrió otra cosa que reunir en el claustro a todos los profesores para hablar del caso de Federico.  

PREGUNTA: ¿Y qué hizo?
PEPÍN BELLO: Se dio cuenta de lo que pasaba. ¡Y cómo lo acertó! Les dijo: “Señores, he conocido a un alumno que se ha matriculado en esta universidad que es absolutamente excepcional. Lo he conocido y sé lo que lleva ese muchacho dentro. Para mí ya está aprobado, y les ruego a todos ustedes que hagan lo mismo.” Todos aceptaron, excepto un par de profesores que lo veían un poco injusto. Viñuales les recriminó a estos dos profesores: “Miren, las excepciones se hacen para las personas excepcionales. Mi convencimiento sincero es éste.” Al final le aprobaron todos. Consiguió el título de abogado sin haber cogido un libro de Derecho en su vida. Cuando nosotros le conocimos nunca hablaba de este tema. Ni contaba tampoco el trato de favoritismo que le dispensaron sus profesores. Nunca decía que era abogado. No tenía ni idea sobre Derecho.

PREGUNTA: ¡Esto hoy en día ya no pasa!
PEPÍN BELLO: ¡Porque desgraciadamente ya no hay Agustines Viñuales, ni Federicos!