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POR MUCHO que Boswell haga esfuerzos por presentar a Samuel Johnson como un ángel de la cortesía (cuando era un hombre que destacaba en el epigrama satírico), lo que cuenta lo desmiente continuamente. Hasta violento podía ser el célebre crítico:
En círculos restringidos y en tono confidencial, se ha contado que un buen día Johnson dio por tierra con el librero Osborne en su establecimiento, atizándole con un grueso volumen en folio y poniéndole después la planta del pie en el cuello. La verdad lisa y llana la supe del propio Johnson. "Señor, estuvo impertinente conmigo y le sacudí con un tomo, pero no fue en su librería; fue en mis propios aposentos".