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UNO DE los espejismos del autor de diarios confesionales es la exageración inconsciente en la que incurre. A menudo escribimos sobre los momentos más álgidos o sufrientes de nuestro día a día, de los pasajes de nuestra existencia en los que nos pasa algo, por lo que el lector puede concluir "Fulano siempre está triste, Mengano siempre vive ansioso, a Perengano siempre le pasan cosas", cuando la realidad mostrenca es que igual nuestras vidas (la mía) son un encefalograma plano. Quien piensa que un autor confesional disfruta de una vida muy entretenida se olvida de que el 90% de la existencia ocurre en nuestros cerebros, que pueden ser hiperactivos hasta lo tumultuoso incluso dentro de la más tediosa de ellas: los que viven dramáticamente una existencia que a veces no es dramática cuentan con los mejores mimbres para ese desagüe al que llamamos diario.