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CUANDO NERVAL proclama que es hijo de Napoleón; o Huidobro presume de haberle robado el teléfono a Hitler; o Baudelaire afirma que solo tiene sexo con jorobadas, o Rimbaud encuentra placer en ir por las tertulias de poetas diciendo que Verlaine le está rompiendo el culo, o Plath se inventa que tiene cáncer, se hallan en el mismo lugar de completa desrrealidad en el que he entrado yo. Sócrates tardó 70 años en cansarse de la vida, pero un poeta se cansa mucho antes.