EL PROBLEMA de caminar andando hasta el trabajo, además, no solo es la contaminación sino mi despiste de nacimiento, que hace que vaya por la calle embobado en mis fantasías, sin fijarme en los semáforos, y no le encuentro ningún glamour a morir atropellado, por más que así murieran escritores ilustres como Barthes o Svevo o Karl Kraus (este último atropellado... ¡por una bicicleta!).