LO QUE me entusiasma de Gómez Dávila es que escribe en el aire, sin tocar tierra colombiana, con la misma predilección que siento yo por los autores grecolatinos y los franceses clásicos, y solo posa la pluma para denunciar estructuras, problemas que atraviesan los siglos, a los que mira con ojos de águila. Gómez Dávila se proclama reaccionario y se opone a todo lo que ha pasado en el mundo desde la Revolución Francesa, o sea que es justo todo lo contrario de lo que soy yo, pero me maravilla su vocación de cazar los osos más grandes sin mezclarse en la porquería del aquí y ahora. Terminas de leer sus escolios y te preguntas: ¿Dónde nació este tío? ¿En qué continente? ¿Cómo logró librarse del olor a tierra?