ESTA DECISIÓN de renunciar a todos los platos salvo a uno ha hecho que mi cerebro, que es un bazar libresco, haya pensado en Diógenes, que, al ver a un niño bebiendo con las manos el agua que manaba de una fuente, arrojó su escudilla al suelo diciendo: "¡Hasta un niño me aventaja en sencillez!". Anécdota que siempre me ha parecido un poco floja, porque lo que te permite la escudilla es además transportar el agua. Cuando estás en la fuente no está mal beber con las manos, pero si quieres volver a casa con agua, ¿no será buena idea contar con una jarra, escudilla, botella o cantimplora, amigo Diógenes?