SOBRE LOS extremos a que pueden llegar los poetas en sus peleas entre ellos, pocos ejemplos mejores que el de esta carta enviada a Jorge Guillén el 22 de febrero de 1950, donde, hablando sobre Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas escribe:
No soy persona de odios constantes, Jorge, pero hay dos seres y te dará risa que los acople, a quienes quiero peor cada día: Franco y ese otro. Porque se les ve, más y más cada día, el plumero y la bilis.
El mismo malquerer a Juan Ramón Jiménez, incapaz de matar una mosca y tan aprensivo con la muerte que no iba a la casa de Pérez de Ayala porque tenía jamones colgados del techo, que al genocida Francisco Franco, responsable de decenas de miles de muertos en la Guerra Civil.