QUE LA objetividad sea imposible no debiera eximir de buscarla, al menos en algunos sembrados, con el fin de estar lo más cerca de ella. Que un poeta sea subjetivo lo entiendo y lo agradezco, y lo mismo un diarista o un pintor, pero cuando entro en un manual o tratado y me encuentro con que un historiador, un ensayista o un filósofo proclaman que la objetividad no existe y presumen de ser subjetivos, me agarro bien a la barandilla, pues viene galerna: de seguro que en las siguientes páginas se van a decir muchas tonterías bajo el paraguas de la subjetividad.