EN UNA entrevista de 1994, Francico Ayala recurre al utendi y abutendi latinos para justificar por qué el arte no debe ponerse al servicio de la lucha política:
En cuanto creador literario, en mi condición de autor de escritos consagrados a la invención artística, me abstuve de actuar públicamente durante la Segunda República y la Guerra Civil. Y es que para mí el arte nunca fue un arma. Esgrimirlo como tal me parece que es degradarlo, y degradarse al hacerlo. A este propósito viene siempre a mis mientes el ejemplo que, siendo estudiante, le había oído en su cátedra al gran civilista Sánchez Román para explicar a sus alumnos la diferencia entre el utendi y el abutendi del romano jus de propiedad. Un reloj precioso —nos decía— puede usarlo su dueño para ver la hora, y quizá para adornarse con él; pero si en el acaloramiento de una discusión lo emplea como arma arrojadiza, estará abusando de su joya. En sentido paralelo, entendía yo que emplear el arte poético como instrumento de propaganda es tanto como abusar de tan delicado don, prostituir la poesía.