LO ARISTOCRÁTICO a menudo se convierte en popular. Heráclito escribió aquello famoso de “no para vosotros he escrito, sino para quien puede entenderme. Uno vale para mí cien mil, y nada la muchedumbre”, pero al cabo de los siglos es leído por las masas. Góngora y Mallarmé escribieron una obra con vocación de secreta, destinada solo a los que están en el cogollo; pero al cabo del tiempo se han convertido en lectura escolar de millones de españoles y franceses. Juan Ramón Jiménez se oponía incluso a que los poetas dieran recitales o celebraran actos públicos, y lanzaba sus libros con el epígrafe de “A la minoría, siempre”, pero publicó Platero y yo… y solo en vida vendió más de un millón de ejemplares.