ES INCREÍBLE, es vergonzoso, es intolerable la cantidad de años que la izquierda europea estuvo fascinada o secuestrada por el comunismo soviético. La famosa obra de Orwell, Rebelión en la granja, por ejemplo, permaneció durante un año pasando de editor en editor y de agente en agente, sin que nadie se atreviera a publicarla. Estaba a punto de concluir la Segunda Guerra Mundial y la Unión Soviética ya se atisbaba como el nuevo gigante planetario, por lo que nadie quería sufrir las consecuencias. Hasta un poeta tan poco sospechoso de izquierdismo como T. S. Eliot, que se encargaba del sello Faber, no quiso dar el paso y le reprochó a Orwell: “¿Tenía que ser el cerdo el animal que representara a los bolcheviques?”.