PLUTARCO AMA a los personajes de los que escribe: quiza sea esa la mejor manera de lograr biografías tan buenas como las suyas. Dice en su Pericles, el subrayado es mío:
¿Quién podrá dar crédito a Idomeneo, que acusa a Pericles de que habiéndose hecho amigo del orador Efialtes, y sido ambos de un mismo modo de pensar en las cosas de gobierno, por celos y por envidias dolosamente lo hizo asesinar? Yo no sé dónde pudo recoger estos rumores para achacarlos como hiel a un hombre que, si no fue del todo irreprensible, tuvo un espíritu generoso y un alma apasionada por la gloria, con los que no es compatible una pasión tan cruel y feroz.
¿Que no es compatible la generosidad y el afán de gloria con una crueldad desmedida? Tácito o Gibbon no opinan lo mismo.