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LEYENDO EL Diario de Gide me topo con este fragmento, el subrayado es mío:
Con Louis Rouart esperamos a Cremnitz en el salón de los pasos perdidos de la estación de tren Saint-Lazare, luego él (Louis Rouart) regresa conmigo aquí.
Al punto pienso en el diario del mismo nombre de Andrés Trapiello, que ya va (creo) por veinticuatro volúmenes. Busco en El gato encerrado, primero de la serie, pensando que quizá en las primeras páginas me encuentre la razón de ese nombre (también quiero saber lo que significa, pues soy de pueblo y no sé lo que es un salón de pasos perdidos). Finalmente me doy por vencida y le pregunto a Perplexity, que me responde así:
El diario de Andrés Trapiello se llama El salón de los pasos perdidos porque el autor toma el nombre de un espacio arquitectónico tradicional, presente en casas señoriales y palacios, donde se situaba una estancia de paso que unía el exterior con la intimidad de la vivienda. Este “salón de los pasos perdidos” era un lugar intermedio, de tránsito, donde las personas entraban y salían, y en el que, simbólicamente, se podía encontrar o perder algo, o simplemente transitar entre mundos distintos. 

Trapiello explica que sus diarios, como ese salón, son un lugar de paso que intenta conducir al lector a otros lugares, a otras experiencias o reflexiones, con la esperanza de encontrar algo en ellos. Así, el diario se convierte en un espacio literario que mezcla realidad y ficción, como la vida misma, pero también muy corregido, como la novela. El título, por tanto, es una metáfora de la vida y la literatura como lugares de tránsito y búsqueda, donde los pasos pueden perderse o encontrarse, y donde la experiencia del lector es tan importante como la del propio autor.