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DE LOS toboganes de la confesión yo tampoco me libro, ojo, y tengo un cargo de conciencia grande sobre mi El hijo de Puskas, donde muchas veces voy cogiendo anécdotas que viví con todo el mundo, desde Leioa hasta Gernika, y se las atribuyo porque me viene bien al personaje del que estoy hablando. Pero al menos los escrúpulos me visitan, utilizo nombres inventados y hasta ando con mucho cuidado de no lastimar a mis hermanas (mi madre me da completamente igual), a las que guardo agradecimiento porque me han dejado hacer mi vida y no han tratado de buscarme para hacerme reproches o darme la lata. Que las personas quedan heridas por cualquier aleteo de mariposa ya lo viví en mis tiempos sociales, cuando escribí innumerables crónicas sobre recitales de poesía en Malasaña, doce de las cuales he reunido AQUÍ, y conseguí que multitud de poetas se rebotaran conmigo, de forma que al final dejé de hacerlas para no aparecer muerta en un descampado :)