EL PRINCIPAL escollo que afronta el egoautor, me refiero al egoautor con una vida social siquiera un milímetro más populosa que la mía, es que escribimos con toda libertad de la gente con la que hacemos nuestras vidas y luego esa gente no se siente reflejada y a menudo se enoja con nosotros. El problema aumenta cuando el egoautor no solo no trata de reflejar a sus semejantes, sino que trata de vengarse de ellos: en este caso la literatura confesional entra de lleno dentro de los delitos penales. Esa es la razón, por ejemplo, de que aún no se puedan publicar al completo los diarios de Anaïs Nin, porque en ellos habla mal de mucha gente que aún vive y podría denunciar, o de que Elias Canetti, para protegerse, dejara escrito que los suyos no podían publicarse hasta treinta años después de su muerte.
Los que no denuncian a veces deciden coger la pluma y dar su versión. Esto es lo que hizo Julia Urquidi, ex mujer de Vargas Llosa, que contraatacó con “Lo que Varguitas no dijo” cuando el peruano publicó “La tía Julia y el escribidor”. O lo que hizo Sofia Tolstaia, mujer de Tolstói, que escribió “¿De quién es la culpa?” para contestar a la “Sonata a Kreutzer” de su marido, si bien Tolstaia no era ninguna aficionada y ya escribía antes de casarse con él. Peor fue lo que le pasó a Frank McCourt, que pintó tan negativamente su infancia en la irlandesa ciudad de Limerick en Las cenizas de Ángela, que recibió amenazas de algunos de sus habitantes para que no regresara nunca por allí.
En otros casos las dos partes acaban entendiéndose. Es lo que ha sucedido con otra famosa autora confesional, Erica Jong, que hizo a su hija Molly parte de su obra. Su hija no siempre estaba contenta de aparecer en los libros de una madre tan famosa “porque todos mis cercanos aprendieron a valorarme no por lo que soy, sino por lo que dice mi madre que soy”. Ahora Molly ha sacado el libro “How to Lose Your Mother: A Daughter´s Memoir”, donde muchas veces pone a parir a su madre, pero Erica Jong se lo ha tomado con muy buen humor:
—Tiene derecho a hablar mal de mí todo lo que quiera, la voy a querer de todas formas.