QUÉ INSULSAS las semblanzas que publicó Aleixandre en Los encuentros: parece mentira que alguien que conoció de forma tan cercana a tantos poetas célebres no sea capaz de transmitirnos más pasión, color y anécdota en torno a ellos. La calidad de la prosa es también del mismo tono mediocre, casi delictiva si la comparamos por ejemplo con los retratos de Gómez de la Serna, las semblanzas que escribió Juan Ramón Jiménez en Españoles de tres mundos o las de Francisco Umbral en Las palabras de la tribu. Parece que Aleixandre vivía en un mundo sin conflicto ni malicia al que no le encontraba nada digno que destacar. Su poesía es mejor pero adolece del mismo defecto: es perfecta y nada más.