RESULTA CÓMICO que del cogollo del siglo de Oro, en el período que va del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz en 1578 hasta El alcalde de Zalamea de Calderón en 1651, solo me hicieran leer en la escuela obras o partes de Cervantes, Lope, Quevedo y Góngora: en total seis autores para un período de 73 años en que la literatura española era de luxe, la creme de la creme. En cambio, entre la publicación de las rimas de Bécquer en 1871 y La familia de Pascual Duarte de Cela en 1942, en la escuela me hicieron leer obras o partes de Rosalía de Castro, Iriarte, Samaniego, Alarcón, Clarín, Galdós, Zorrilla, Campoamor, Unamuno, Azorín, Antonio Machado, Manuel Machado, Baroja, Valle-Inclán, Benavente, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Gerardo Diego, García Lorca, Alberti, Aleixandre, Dámaso Alonso, Cernuda, Leon Felipe y Miguel Hernández: en total 30 autores para un período de 71 años donde la literatura española, siendo bastante decente, no fue ni de lejos del nivel de la francesa, británica o estadounidense.