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LOS DIARIOS de Chirbes son una mina de troyas y arcadias, a un nivel incluso superior a los de Pizarnik, Trapiello, Umbral o Gide. Cuando los termine de leer creo que los voy a colocar bastante arriba en mi canon de diarios, pero no en el cogollo superior, porque para mí un diarista no tiene que destacar tanto como erudito u opinategui, aunque también, sino como criatura de humanísima fragilidad que me transmite su recorrido psicológico o sus emociones del momento, con sus picos de ego y sus simas de antiego. A Chirbes lo noto un poco falto de emoción y cuando se emociona (los dos últimos volúmenes) tampoco es que le visite mucho el lirismo.