A CHIRBES la inteligencia en la expresión le amortigua la intensidad en la persona, lo que no quiere decir que carezca de ella. Fijaos en lo que hace cuando lee un artículo de Almudena Grandes que le parece “cortesano”:
Ayer, animado por alguna copa de más (aunque no, no me arrepiento, que dice Alaska en su canción), tras leer la columna de Almudena Grandes en el suplemento de El País, descolgué el teléfono y, como no me apareció ella, sino que me salió el contestador, le dejé un mensaje diciéndole que sentía vergüenza, le dije algo así como que no encontraba una piedra suficientemente grande en mi huerto para meterme debajo para ocultar la vergüenza que sentía.
Tras poner a parir a Grandes, nos cuenta que ese tipo de acciones no son raras en él:
En cualquier caso, la llamada telefónica a Almudena se inscribe en esa manía mía de buscarme enemigos, con una especie de loca generosidad inversa. Aunque, bien mirado, tampoco hay que despreciar la capacidad para seguir indignándose, por muy inútil que resulte en las estrategias de la vida.