UNO DE los espejismos del autor de diarios confesionales es la exageración inconsciente en la que incurre. A menudo escribimos sobre los momentos más álgidos o sufrientes de nuestro día a día, de los pasajes de nuestra existencia en los que nos pasa algo, por lo que el lector puede concluir "Fulano siempre está triste, Mengano siempre vive ansioso, a Perengano siempre le pasan cosas", cuando la realidad mostrenca es que igual nuestras vidas (la mía) son un encefalograma plano. Quien piensa que un autor confesional disfruta de una vida muy entretenida se olvida de que el 90% de la existencia ocurre en nuestros cerebros, que pueden ser hiperactivos hasta lo tumultuoso incluso dentro de la más tediosa de ellas: los que viven dramáticamente una existencia que a veces no es dramática cuentan con los mejores mimbres para ese desagüe al que llamamos diario.
797
HAROLD BLOOM tiene una opinión bastante mejor que la mía sobre la capacidad crítica de Samuel Johnson:
Ninguna elegía al canon occidental estaría completa si no mostrara su reconocimiento al crítico canónico por excelencia, el Dr. Samuel Johnson, al que ningún crítico de ningún país, ni antes ni después de él, ha hecho sombra.
A Bloom lo sigo mucho y hasta le quiero, porque dedicó su vida a defender la autonomía de la literatura contra los contextos de lugar, tiempo, género, clase, etc, pero luego no predica con el ejemplo y el cantazo filoanglosajón de sus valoraciones aparece en todas sus páginas.
796
TODA FRASE tiene su contrafrase. En las Conversaciones con Eckermann, Goethe cita esta de Lorenzo de Médici, "Todos los que no esperan otra vida están muertos en esta", pero él la contrarresta con esta otra de cuño propio: "Los pensamientos de inmortalidad son propios de aquellos cuya vida no ha sido muy pródiga en felicidad".
795
HABLANDO DEL Borges de Bioy, el 22 de diciembre de 1964 el propio Bioy Casares arremete contra el principal problema de la literatura española, que es más problema por cuanto los autores españoles no lo consideran como tal:
Le digo a Borges que en las Memorias de un cortesano de 1815 encontré párrafos en que Galdós, borracho por el idioma, se aparta del tema, de la psicología del narrador. Padece de la misma incapacidad nacional para contar las cosas llanamente, con un idioma que sirva de medio de comunicación; invisible y adecuado. Por momentos desaparece el cortesano de 1815 y aparece el literato, aparece Larreta, aparece el padre Mir. Yo no esperaba eso de Galdós. Mis recuerdos eran de una pobreza llana.
Sobre este tema del que ya he hablado mucho, pienso en Baroja y Unamuno. Sabido es que Baroja y Unamuno nacieron en dos ciudades vascas, San Sebastián y Bilbao, que, aunque de clara filiación española (lo eusquérico está en los pueblos), les impidieron aprender y aprehender un buen castellano. Los dos tienen además, o como consecuencia, el oído muy duro para el idioma. Esta aparente desventaja, sin embargo, en ellos se convirtió en una ventaja, porque casi son los únicos clásicos de la literatura española (con Julio Camba) que, como desconfían de sus facultades como artífices del lenguaje, no se ponen a llenar de vegetación sus textos. A menudo se dice que Baroja y Unamuno son grandes “a pesar del estilo”: yo digo que gracias a sus estilos, que son dos estilos de la eficacia, llegaron a ser escritores notables, frente a la incontinencia palabrera de la marabunta.
794
IBA A decir que el punto superior que tiene el Borges de Bioy, con respecto al Goethe de Eckermann y el Johnson de Boswell (quede claro que los tres libros me parecen un monumento), es que Bioy mantiene con el protagonista una actitud digna e incluso inter pares, frente a la clara relación arriba/abajo de los otros dos, pero pensándolo bien al final me he dicho: ¿en qué parte del libro, vamos a ver, Bioy se atreve a llevarle la contraria a Borges? Solo me he acordado de un momento (habrá más, claro), cuando Bioy le dice a Borges que detesta a Unamuno (a Borges le gustaba el bilbaíno más veces de las que lo criticaba) y que en cambio estaría dispuesto a ser miembro de una Sociedad de Amigos de Baroja, escritor al que el autor de El Aleph consideraba un zoquete: ahí se acaban todas las discordancias que recuerdo en 1663 páginas, si bien en la próxima lectura hago propósito de buscar más puntos de opinión disímil. También en las últimas páginas, a raíz de que Borges le abandonara, Bioy parece un poco resentido... ¡pero todo su resentimiento lo gasta contra María Kodama, a la que viene a hacer responsable de su ruptura! Comprendo sin embargo a Bioy porque a mí me pasa lo mismo: es muy difícil conducirte contra alguien al que sigues admirando.
Aclaro que el “Borges” yo no lo veo como una traición/venganza de Bioy a su amigo, como denunció Kodama, sino como un pedazo de homenaje de 1663 páginas, donde se puede seguir la trayectoria de las opiniones borgeanas durante cuatro décadas, libro que supera con mucho al Borges entrevistado por Carrizo, Alifano, Buckley, Queralt, Burgin, Ferrari, etc, que es un Borges que no me gusta porque las entrevistas son muy cortas y en ellas abusa de la ocurrencia gratuita, en la que a pesar de ser muy celebrado nunca pasó de ser un subWilde. El Borges oral de calidad, que vuelve una y otra vez a los mismos autores pero con detalles diferentes, está en las treinta horas de lectura de este libro magno de Bioy.
793
POR MUCHO que Boswell haga esfuerzos por presentar a Samuel Johnson como un ángel de la cortesía (cuando era un hombre que destacaba en el epigrama satírico), lo que cuenta lo desmiente continuamente. Hasta violento podía ser el célebre crítico:
En círculos restringidos y en tono confidencial, se ha contado que un buen día Johnson dio por tierra con el librero Osborne en su establecimiento, atizándole con un grueso volumen en folio y poniéndole después la planta del pie en el cuello. La verdad lisa y llana la supe del propio Johnson. "Señor, estuvo impertinente conmigo y le sacudí con un tomo, pero no fue en su librería; fue en mis propios aposentos".
792
QUÉ DIFERENCIA entre el libro de conversaciones de Borges con Bioy y el de Goethe con Eckermann. Qué diferencia de persona, me refiero: mientras Goethe es un hombre agradable y agradecido, igual uno de los más amplios que ha pisado la Tierra, muy preocupado por ayudar a los demás escritores, con un rango de actuación que no solo se limita a la literatura sino que abarca la ciencia o el gobierno; un gran escritor que además es un gran ciudadano, que sabe que la vida se ha portado muy bien con él y trata de devolver los favores, siempre buscando la serenidad y el punto medio, que en su caso no es truco o conveniencia... y al otro lado Borges, un hombre negativo y mezquino, una metralleta de maledicencias, sin ninguna grandeza de miras con lo que no comprende, que se porta igual o incluso peor cuando se hace famoso que cuando no lo era, época en la que arrecia en sus mezquindades, como si quisiera vengarse de los demás. Y encima Goethe sabe mucho más, ¿eh? El conocimiento que exhibe Borges de la literatura y de la vida, con ser grande, se reduce a menudo a detalles, a boutades, se fija en lo que no tiene hueso, se carga a los escritores solo por una metáfora desafortunada, está limitado a encontrarse con colas de perro que le impiden ver el perro, mientras que Goethe muestra una mirada tranquila, panorámica, es un hombre que sabe distinguir lo fuerte de lo débil, lo sustancial de lo accesorio, que siempre está en busca de las relaciones y los elementos que unen, por eso es tan comprensivo y tan afirmado a la vida. Comienzo a entender eso de Nietzsche, que decía que la mejor obra de Goethe son sus conversaciones con Eckermann: en Goethe fue la persona la que se alzó a inmarcesible obra de arte.
791
...Goethe también era un gran partidario de las traducciones, igual hasta demasiado:
Por lo que hace al griego, latín, italiano y español, podemos leer sus mejores obras en traducciones alemanas tan perfectas, que, a no perseguir un fin especial, no tenemos ningún motivo para gastar mucho tiempo en el fatigoso aprendizaje de esos idiomas. Es propio de los alemanes estimar lo extranjero en lo que vale y acomodarse a particularidades extrañas. Esto y la gran flexibilidad de nuestro idioma hace que las traducciones alemanas sean totalmente fieles y acabadas. Y no puede negarse que, en general, con una buena traducción puede hacerse mucho. Federico el Grande no sabía latín, pero leía a Cicerón en la traducción francesa tan bien como nosotros en el original.
790
NUEVO EJEMPLO de numeromanía anglosajona: Samuel Johnson anotaba el número de versos que leía y que debía leer cada día, semana, mes y año.
789
DIJE QUE Eckermann se excedía dorando la píldora a Goethe; pero otro tanto se permite Boswell para encumbrar a Johnson. Dice Boswell que el padre de Johnson cursó una solicitud al rector Samuel Lea para que admitiera a su hijo en la escuela de Newport, pero que este se la denegó. Sin embargo, en el mismo párrafo dice que Samuel Lea, ya anciano, comentó que “uno de los hechos más memorables de mi vida es haber estado a punto de contar con un hombre tan grande como Samuel Johnson como alumno”. ¿En serio fue memorable que CASI fuera tu alumno, cuando además tú mismo le denegaste la admisión?
Unas líneas más adelante, para desmentir las críticas que se le hacían a Johnson por hombre a veces de trato poco cortés, Boswell hace salir de la nada un papel escrito por “una dama”, de la que no nos da el nombre ni mayor detalle, salvo que el papel se lo ha dado “la hija del doctor Lawrence, médico de Johnson”. Lo siento mucho, pero este no es un procedimiento serio en un periodista, ni en un biógrafo, ni en un historiador. Alguno me dirá, Vanessa, con ese tipo de procedimientos hicieron sus libros luminarias como Herodoto, Suetonio o Diógenes Laercio, a lo que yo les diré que sí, que de acuerdo: sin duda a ese dudoso club pertenece el libro de Boswell.
788
NI ECKERMANN ni Boswell son biógrafos ni entrevistadores sino, más bien, evangelistas: los dos profesan una admiración sin mácula por Goethe y Samuel Johnson y escriben sus libros para hacer prosélitos. La calidad de los dos mesías, sin embargo, es bien distinta a la luz de los parlamentos que podemos leer: mientras Goethe parece realmente un hombre griego, superior, profundo y generoso a la hora de emitir juicios, en los que no muestra rencores, Samuel Johnson parece un cuñado con multitud de opiniones sanchopancescas, la mayoría de las veces, y boutades de bruto de fábrica, en otras. En una de sus primeras intervenciones, aboga por pegar a los niños en lugar de estimularles a competir entre ellos:
En todas las ocasiones en que salió a relucir la cuestión, Johnson dio siempre su visto bueno al uso de la vara para aplicar la instrucción: "De largo preferiría —dijo— que la vara fuera motivo de temor general, con el fin de hacerles aprender, antes que decir a un niño: si obras de tal modo, o de tal otro, gozarás de más estima que tus hermanos o hermanas. La vara surte un efecto que termina en sí mismo. El niño teme los azotes, por lo que cumple sus deberes y punto; en cambio, al suscitar en él ese deseo de comparación, y ciertas ínfulas de superioridad, se sientan las bases de mil diabluras, aún peores, pues se consigue que hermanos y hermanas se guarden rencor".
787
HASTA QUÉ punto llega el puntillismo descriptivo de Boswell. Escribe que Samuel Johnson, cuando tenía tres años de edad, pisó y mató sin querer a una cría de pato, "la undécima de una nidada".
786
EN ANOTACIÓN del 16 de agosto de 1824, Eckermann nos cuenta que durante esos días no tuvo tiempo de escribir las conversaciones que mantuvo con Goethe, pero que a cambio nos da algunas frases sueltas que recuerda de memoria, ninguna de las cuales supera las tres líneas. Muy honrado por su parte. La mayoría de conversaciones con Goethe que transcribe Eckermann, de todas formas, son muy cortas, lo que me reafirma en su veracidad. En cambio con Bioy Casares, que al escribir su "Borges" hizo un libro hermano al de Boswell con Samuel Johnson o al de Eckermann con Goethe, tengo más dudas sobre su honestidad, porque hay que tener una memoria de elefante para recordar las conversaciones cuando son muy largas y están llenas de matices, como por ejemplo esta donde Bioy pone a Borges a hablar así de Arlt (AQUÍ). ¿Dijo realmente Borges/Sócrates todo lo que aparece en ese libro o Bioy/Platón se tomó sus licencias?
785
QUÉ INSULSAS las semblanzas que publicó Aleixandre en Los encuentros: parece mentira que alguien que conoció de forma tan cercana a tantos poetas célebres no sea capaz de transmitirnos más pasión, color y anécdota en torno a ellos. La calidad de la prosa es también del mismo tono mediocre, casi delictiva si la comparamos por ejemplo con los retratos de Gómez de la Serna, las semblanzas que escribió Juan Ramón Jiménez en Españoles de tres mundos o las de Francisco Umbral en Las palabras de la tribu. Parece que Aleixandre vivía en un mundo sin conflicto ni malicia al que no le encontraba nada digno que destacar. Su poesía es mejor pero adolece del mismo defecto: es perfecta y nada más.
784
INCREÍBLE LO que se parece a la mía la visión de Goethe sobre territorio y cultura. Este autor fue brevemente nacionalista, en la época juvenil en que fue amigo de Herder, pero pronto se dio cuenta de que el nosotrismo se oponía a su amplitud de miras:
Como hombre, como ciudadano, el poeta amará su patria; pero la patria de su fuerza y de su acción poéticas son la Bondad, la Nobleza, la Belleza, que no están ligadas a ninguna provincia especial, a ningún país especial, que él toma y forma allí donde los encuentra.
Goethe vivió la época del florecer del volksgeist alemán, pero enseguida se le enfrenta con una propuesta más humana:
¿Qué significa "ama a tu patria" y qué significa "actuar patrióticamente"? Si un poeta se esforzó durante toda su vida por luchar contra los prejuicios dañinos, eliminar las opiniones estrechas, iluminar las mentes de su pueblo, purificar sus gustos y ennoblecer sus actitudes y formas de pensar, ¿qué mejor cosa puede hacer? ¿Y cómo debería verse más patriota?
La diferencia fundamental conmigo es que Goethe sí que se siente alemán y cree en la existencia de la nación y la cultura alemanas, frente a mi visión anti de corte racional-anarquista, pero a continuación dice que el contexto de nacimiento y cultura es un límite que, en lugar de ser celebrado, debe ser superado gracias a las traducciones y al interés por otras culturas:
Es muy buena cosa que ahora, con el estrecho intercambio entre franceses, ingleses y alemanes, nos corregimos unos a otros. Ése es el fruto de una literatura cosmopolita. Carlyle ha escrito la vida de Schiller, y lo ha juzgado en general de una manera como no es fácil lo haga ningún alemán. En cambio, nosotros estamos al tanto de Shakespeare y Byron, y sabemos apreciarlos quizá mejor que los ingleses mismos.
Para Goethe, el valor de una obra no se mide por la precisión con que ha retratado un lugar o cultura, sino al contrario: una obra solo vale si deja más valores duraderos que los referidos al "dónde" y al "cuándo", que en lenguaje maricrónico se traduciría por "POR FAVOR NO LLAMÉIS CULTURA A LO QUE ES SOLO ETNOCENTRISMO".
Por otra parte, tiene una idea descentralizada de la cultura, que conecta con mi concepto barrional: él siempre se opuso a que Berlín se convirtiera en la capital alemana de las artes y predicó con el ejemplo, pues fijó su residencia en Weimar y trabajó para que las artes de aquel lugar no tuvieran nada que envidiar a las del resto de Alemania.
783
EL PROBLEMA con Menéndez Pelayo es que cultiva tal nivel de fanatismo (es más un libelista que un crítico) que no consigue hablarnos de los heterodoxos sin opinar y sobreopinar sobre ellos. No hay manera de hacerse una idea de quién fue el krausista Sanz del Río o el afrancesado Llorente, porque los denuestos que les dirige el autor son tan constantes que el lector no consigue hacerse un claro entre tanto ruido. Me parece más adecuado el modo de historiar de Plutarco, por ejemplo en su Alcibíades, donde describe la vida del personaje sine ira et studio y en las últimas páginas le hace algunas críticas pertinentes.
782
...Y NO escribe tan bien, ¿eh? Ayer dije que Menéndez Pelayo escribía muy bien, persuadida todavía por el grato recuerdo que conservaba de la lectura que le hice hace quince años. En esta lectura, sin embargo, me estoy dando cuenta de que es inflado también, de que incurre una y otra vez en la típica gripe española de la redundancia. Escribe sobre el canónigo afrancesado Félix José Reinoso:
Pero el mayor crimen literario de aquella bandería y de aquella edad, el Alcorán de los afrancesados, el libro más fríamente inmoral y corrosivo, subvertidor de toda noción de justicia, ariete contra el derecho natural y escarnio sacrílego del sentimiento de patria; obra, en suma, que para encontrarle parangón o similar sería forzoso buscarlo en los discursos de los sofistas griegos en pro de lo injusto, fue el Examen de los delitos de la infidelidad a la patria, compuesto por el canónigo sevillano D. Félix José Reinoso, uno de los luminares mayores de su escuela literaria. En este libro, que ya trituró Gallardo y cuya lectura seguida nadie aguanta a no haber perdido hasta la última reliquia de lo noble y de lo recto, todos los recursos de una dialéctica torcida y enmarañada, todos los oropeles del sentimentalismo galicano, toda la erudición legal que el autor y su amigo Sotelo pudieron acarrear, todas las armas de la filosofía utilitaria y sensualista, de que el docto Fileno era acérrimo partidario, están aprovechadas en defensa del vergonzoso sofisma de que una nación abandonada y cedida por sus gobernantes no tiene que hacer más sino avenirse con el abandono y la cesión y encorvarse bajo el látigo del nuevo señor, porque, como añade sabiamente Reinoso, el objeto de la sociedad no es vivir independiente, sino vivir seguro; es decir, plácidamente y sin quebraderos de cabeza. ¡Admirable y profunda política, último fruto de la filosofía del siglo XVIII!
Es esta una retórica de calidad, sin duda, pero retórica al fin y al cabo. Con tijera-poda maricrónica se podría decir así:
Pero el libro más inmoral de aquella bandería fue el Examen de los delitos de la infidelidad de la patria, de D. Félix José Reinoso, donde este canónigo sevillano puso todos sus recursos, propios de su dialéctica utilitarista, al servicio del sofisma de que una nación abandonada por sus gobernantes debe obedecer al nuevo señor.
Once líneas maricrónicas frente a cuarenta y tres de Menéndez Pelayo. Cada vez estoy más convencida de que toda vegetación palabrista que no te devuelva el suficiente lirismo o placer estético (Quevedo, Victor Hugo) es delito literario.
781
A PESAR del coro de aduladores que lo rodeaba, Goethe no perdió el sentido de la realidad hasta el final. Le dice a Eckermann:
Es como si yo me quisiese comparar con Shakespeare, que tampoco se ha hecho a sí mismo, y, sin embargo, es un ser de naturaleza superior, respecto al cual estoy en un nivel inferior y a quien tengo que venerar.
780
ESTA SEMBLANZA que hace Menéndez Pelayo de José María Blanco White en Historia de los heterodoxos españoles se podría hacer perfectamente de mí y demuestra que el santanderino era un gran escritor:
Toda creencia, todo capricho de la mente o del deseo se convirtió en Blanco White en pasión; y como su fantasía era tan móvil como arrebatado y violento su carácter, fue espejo lastimosísimo de la desorganización moral a que arrastra el predominio de las facultades imaginativas sueltas a todo galope en medio de una época turbulenta. Católico primero, enciclopedista después, luego partidario de la iglesia anglicana y a la postre unitario y apenas cristiano…, tal fue la vida teológica de Blanco, nunca regida sino por el ídolo del momento y el amor desenfrenado del propio pensar, que, con ser adverso a toda solución dogmática, tampoco en el escepticismo se aquietaba nunca, sino que cabalgaba afanosamente y por sendas torcidas en busca de la unidad. De igual manera, su vida política fue agitada por los más contrapuestos vientos y deshechas tempestades, ya partidario de la independencia española, ya filibustero y abogado oficioso de los insurrectos caraqueños y mejicanos, ya tory y enemigo jurado de la emancipación de los católicos, ya whig radicalísimo y defensor de la más íntegra libertad religiosa, ya amigo, ya enemigo de la causa de los irlandeses, ya servidor de la iglesia anglicana, ya autor de las más vehementes diatribas contra ella; ora al servicio de Channing, ora protegido por lord Holland, ora aliado con el arzobispo Whatel y ora en intimidad con Newmann y los puseístas, ora ayudando al Dr. Channing en la reorganización de unitarismo o protestantismo liberal moderno.Así pasó sus trabajos e infelices días, como nave sin piloto en ruda tempestad, entre continuas apostasías y cambios de frente, dudando cada día de lo que el anterior afirmaba, renegando hasta de su propio entendimiento, levantándose cada mañana con nuevos apasionamientos, que él tomaba por convicciones, y que venían a tierra con la misma facilidad que sus hermanas de la víspera; sincero quizá en el momento de exponerlas, dado que a ellas sacrificaba hasta su propio interés; alma débil en suma, que vanamente pedía a la ciencia lo que la ciencia no podía darle, la serenidad y templanza de espíritu, que perdió definitivamente desde que el orgullo y la lujuria le hicieron abandonar la benéfica sombra de santuario.
779
DIJE QUE Eckermann era la cheerleader de Goethe y me quedé corta: en anotación de noviembre de 1823, Eckerman da veracidad a un antiguo ayuda de cámara de Goethe, que le cuenta que el superdotado alemán (210 de cociente intelectual), en su juventud, predijo un terremoto que se produjo esa misma noche, si bien no en el mismo lugar sino en Mesina. O sea que Goethe estaba tan adelantado en las ciencias naturales que hasta predecía los terremotos, es que te tienes que reír, sobre todo teniendo en cuenta que en pleno 2025 el ser humano todavía no sabe predecirlos.
Con ello no quiero decir que el libro sea malo. Cada vez que en sus páginas habla Goethe, sus intervenciones son de una superioridad tremenda. Pero entre medias te tienes que tragar una o dos páginas de una prosopopeya que a mí me estraga.
778
CUÁNTO ECHO en falta en la literatura española el surgimiento de un Rüdiger Safranski que relate con amenidad y cultura lo que sucedió en las letras castellanas desde Garcilaso de la Vega a Calderón de la Barca. Esa etapa es entre los españoles la única de nivel europeo y me atrevo a decir mundial, la única en que sus creaciones pueden ser comparadas con lo mejor de lo que se hacía en otras partes. Se me objetará que ya existen muchos críticos célebres, por ejemplo Menéndez Pelayo, Menéndez Pidal o Dámaso Alonso, que estudiaron esa época al dedillo; pero yo me refiero a que quiero leer a un autor estrictamente enamorado de la literatura, que escriba sin pandereta en la mano ni bufanda rojigualda, sin despreciar a los genios de otras partes ni creerse obligado cada diez páginas a decirme “como se ve, los españoles fuimos los primeros en...”
777
DEJÓ DICHO Freud que Nietzsche alcanzó un grado de introspección que nunca ha sido ni será alcanzado en el mundo. Me propongo demostrar en las próximas líneas que Freud dijo una tontería muy grande.
Lo esencial para alcanzar un grado de introspección considerable es no mentirse a sí mismo, lo que no sucedía en Nietzsche, que se mentía a todas horas porque nunca supo despegarse del Nietzsche ideal que pergeñó en su cabeza.
Tomemos Ecce Homo, que son las memorias del filósofo. En ese libro y en los del final Nietzsche se nos presenta como un eremita infatigable que nunca abandona su soledad irrestricta contra todos, pero cuando acudimos a los testimonios de sus amigos, ¿qué nos encontramos? Overbeck, su amigo íntimo, nos dice muy claramente que Nietzsche nunca estuvo solo, sino que le gustaba imaginarse así. Hasta se ha descubierto que incluso en sus estancias en Sils Maria participaba cada día en reuniones sociales con mujeres de la nobleza. ¿Cómo iba a estar solo un tipo que al morir nos deja seis volúmenes de correspondencia en los que sorprende la cantidad y variedad de sus amigos y conocidos?
Nietzsche nos insiste mucho en que no le importan el éxito ni la fama del presente, sino que solo busca la gloria de la posteridad: esa es otra película que trata de filmar en sus libros. Sin embargo, una vez más, su correspondencia viene a desmentirlo. En los últimos años de la vida cuerda de Nietzsche, Georg Brandes comenzó a dar un curso en Copenhague sobre el filósofo alemán. Enterado de esto Nietzsche, utilizó toda su correspondencia final para comunicar el mismo monotema: el famoso curso que Brandes estaba dando sobre "su" filosofía. No queda ni el tato entre sus amigos y conocidos que no se entere por carta de la buena nueva. ¡Menos mal que no le importaba el éxito!
Hablemos ahora de su relación con Wagner. Sabido es que Nietzsche terminó rompiendo con Wagner y que la mayoría de los estudiosos explican la ruptura por causas filosóficas, artísticas o religiosas (que también las hubo), soslayando la causa mayor, que radicó en que Wagner, sospechando que Nietzsche era homosexual, comenzó a comentarlo de forma muy miserable entre sus amistades más cercanas (llegando a decir incluso que estaba liado con Paul Ree), y hasta llegó al punto de escribirle al médico de Nietzsche, el doctor O. Eiser, insinuándole que la causa de los poblemas de salud de su paciente procedían de ahí. Cuando el autor del Zaratustra descubrió en qué tejemanejes andaba el músico con su sexualidad, montó en una cólera tan grande que hasta estuvo a punto de retarlo a duelo, como sabemos por una carta que le escribió a Overbeck. Sin embargo, a Nietzsche no le interesaba que se supieran los verdaderos motivos de su ruptura con Wagner, porque daba tanta importancia a su masculinidad que hasta se dejó crecer bigote para reforzarla, por lo que en Ecce Homo calla como una tumba en lo que se refiere a cualquier problema personal con el músico:
No sé las vivencias que otros habrán tenido con Wagner: sobre nuestro cielo no pasó jamás nube alguna.
¿Ninguna nube? ¡Le querías retar a duelo, amigo Friedrich, una vez que puso en riesgo tu edificio macho! En Nietzsche se ve muy claro que una cosa es la persona real, a menudo frágil y dubitativa, y otra muy distinta la persona inventada, la que se imagina sólida y feroz, que es residuo de su romanticismo impenitente. Introspectivos nivel himalaya son Montaigne, Rousseau, Tsvetáyeva, Gide, Virginia Woolf, Pessoa, Sontag, Cioran o Plath, y lo son porque nos muestran una gradación emocional amplísima y no les importa bajar la guardia y mostrarnos sus fracasos, debilidades y contradicciones. El introspectivo de pata negra, cuando se pone a cavar en sí mismo, no retrocede si encuentra chatarra en lugar de oro. Nietzsche, en cambio, vivió siempre con la guardia alta, muy temeroso de descubrir la mugre de su persona, con una introspección muy limitada, al contrario de lo que pensó el señor Freud.
776
LA VEJEZ mala es la que te empuja a ver de forma trágica todos los acontecimientos sociales, que se te presentan ahora como una rueda inevitable de ricos y opresores machacando a pobres y oprimidos. No luches ni te rebeles, te dice esta voz cansada, porque de cualquier forma todo va a seguir más o menos igual. Llegados a este punto son de mucha ayuda los testimonios literario/filosóficos que dejaron Albert Camus y Emil Cioran, que coinciden en muchos aspectos.
Tanto Camus como Cioran consideran que la existencia es absurda y que el ser humano vive en la esquizofrenia de tratar de encontrarle un sentido a una vida que carece de él. Para los dos el suicidio es el principal problema filosófico. La diferencia entre Camus y Cioran viene en la respuesta: mientras Cioran se abandona al nihilismo, el cinismo y la contemplación artística, sobre todo la música, Camus nos ofrece una salida en las rebeliones pequeñas (Camus no creía en las grandes revoluciones porque consideraba con razón que acababan siempre con un fortalecimiento del poder del estado) y en la consideración sagrada de la dignidad de cada persona (humanismo). El mundo tiene mucho de trágico y siempre habrá poderosos y débiles, pero Camus nos invita a trabajar los márgenes para que los poderosos sean cada vez menos poderosos y menos débiles los débiles.
La postura de Cioran es de soltarse de la vida y la de Camus de abrazarse a ella y participar en sus debates y conflictos. Yo cada vez tengo más momentos Cioran y menos momentos Camus, porque me cuesta creerme cualquier grupo que no tienda a rebaño y cada vez valoro más las bondades de la pasividad, pero sigo pensando que la única manera limpia de participar es la que proponía este escritor franco-argelino.
775
ACABO DE leer el siguiente fragmento en una noticia de El País:
Una garrapata puede medir desde un milímetro a más de un centímetro y a veces se detecta porque se ve una mancha en la piel que se puede confundir con un lunar. Pero si el lunar se mueve o tiene patas, es una garrapata.
Me ha parecido de un lírico tan sin querer que me he acordado del poeta argentino Esteban Peicovich, que publicó un libro, Poemas plagiados, en el que trataba de robar la poesía que esconde la realidad, bien en forma de frases que se oyen en la calle o fragmentos leídos en los más variados soportes. Ese lunar que se mueve quizá podía estar en su libro.
774
LA PALABRA "Conticinios", con la que voy a titular mis diarios/cuadernos, se la leí por primera vez al periodista deportivo Alfredo Relaño, y justo este jueves él mismo ha contado en su columna de As (AQUÍ) dónde la descubrió:
El fútbol, que todo lo invade, nos cita esta vez con un partido entre las 3:00 y 5:00 de esta noche, o quizá sea más correcto decir de la madrugada del viernes. Es exactamente el tramo del día que se conoce como el conticinio, palabra que tuve que ir a buscar al diccionario la primera vez que la encontré, en ‘La vuelta a Europa en avión’, de Chaves Nogales. Significa el tiempo de máximo reposo de la ciudad, ese corto periodo en el que ya se han recogido los últimos trasnochadores y aún están por levantarse los más diligentes madrugadores.
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