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COMO HE leído mucho a favor y en contra de las posturas ideológicas de Vargas Llosa, como si las hubiera mantenido constantes durante 67 años, voy a dividir su carrera en cuatro partes y voy a dar mi opinión sobre cada una de ellas. Las fechas de cada etapa las he puesto un poco a bulto: 

PRIMERA (1959-1969): Etapa olvidable porque en ella hace seguidismo de la izquierda autoritaria. Se ha destacado poco que no rompió con la Cuba castrista por los fusilamientos en serie de opositores ni por los campos de concentración para homosexuales (UMAP), sino por un asunto corporativo menor, como la purga al poeta Heberto Padilla, al que el castrismo obliga a rectificar. La figura reverenciada por Vargas Llosa en esta época es Jean-Paul Sartre.

SEGUNDA (1970-1990): Esta es su mejor etapa como intelectual y una de las mejores de cualquier intelectual, por lo emocionante que fue que defendiera sus postulados “contra todo el mundo”. Denuncia a la iglesia, a la izquierda sartriana, al nacionalismo y al patriotismo con un aplomo asombroso: son años en que aparece en los medios como “el malo de la película”, pero él nunca abandona el humanismo y la racionalidad. Enemigo número uno de los grandes relatos como el marxista, que engendran violencia e intolerancia, en esta época todavía no se entrega al capitalismo salvaje y en muchas de sus prédicas reconocemos a un socialdemócrata. La figura reverenciada en esta época es Albert Camus.

TERCERA (1991-2011): Esta es la etapa de la primera decadencia. Caído el muro de Berlín y el bloque soviético, la intelectualidad mundial gira la cabeza sobre Vargas Llosa y empieza a reconocer que el peruano estaba en lo cierto. Pero ese cambio le sienta mal: desde que se cree ganador, comienza a radicalizar su capitalismo, abraza a Margaret Thatcher, adopta un lenguaje cada vez más intolerante y se presenta a las elecciones de Perú con un programa neoliberal. La figura tutelar de este período es Friedrich Hayek.

CUARTA (2012-2025): Decadencia horrorosa. Comienza a volverse autoritario: el día anterior al 1 de octubre de 2017, día en que Cataluña votaba un referendo no legal por la independencia, pide a las autoridades españolas que “actúen con dureza”: él es uno de los autores intelectuales de los más de mil heridos de aquel día. Se vuelve de pronto patriota, arrecia en su neoliberalismo, se obsesiona contra el feminismo, pide al indigenismo que se entregue a la cultura occidental y se vuelve hasta cómico en su conservadurismo: en “La civilización del espéctaculo” sostiene que uno de los problemas del mundo son los jóvenes que practican sexo sin amor. Al final le pudo su rechazo visceral a la izquierda: entre sus últimos actos como intelectual figuró llamar "tontos" a los colombianos por votar a Gustavo Petro en 2022 o pedir el voto para Javier Milei en 2023. La figura tutelar de este período también es Hayek pero me refiero al último Hayek, el que ya no veía tan mal a Pinochet o a las dictaduras “si aseguraban la libertad económica”.

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EL PARTIDO nosotrista Mas Madrid se ha quejado (AQUÍ) de la decisión del Ayuntamiento de Madrid de celebrar un homenaje a Mario Vargas Llosa: alega discriminación ideológica y agravio comparativo con Almudena Grandes y Marisa Paredes. Pero un momento: ¿en serio me estáis comparando los logros de las madrileñas Grandes y Paredes con los de Vargas Llosa, figura de todos los lugares y de todas las épocas, que ha sido llorado en América (AQUÍ), en Europa (AQUÍ), en Nueva York (AQUÍ), en el mundo árabe (AQUÍ), que era tan referencial que mantenía polémicas con gobiernos (AQUÍ) y (AQUÍ), que ha sido homenajeado por los presidentes de Francia y Alemania, o que fue el primer autor de habla no francesa en entrar en la Academia de Francia? 

Vargas Llosa ha sido uno de los intelectuales más importantes del mundo desde Jean-Paul Sartre, sino el mayor, además de uno de los mejores novelistas de todos los tiempos. El homenaje que le tributa Madrid es muy merecido y debe ser un punto de inflexión en favor de una ciudad cosmopolita: a partir de ahora, las autoridades deberían ir retirando los nombres de todos los escritores anacletos que decoran sus calles, famosos solo por haber nacido en unos kilómetros cuadrados y haberse destacado por escribir sobre motivos folclóricos, y sustituirlos por otros de verdad “nuestros”, que son aquellos que aplican el bisturí en los problemas de lo humano universal; autores que a menudo no solo no ensalzan a la ciudad y la nación en que nacieron sino, como Vargas Llosa, las critican y las ponen frente a sus contradicciones.

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SI HUBIERA leído las críticas y obituarios que se hicieron ayer sobre su figura, Mario Vargas Llosa habría sido feliz. El escritor es un ego de tal tamaño, tal ombligo rodeado de agua por todas partes, que, si le dicen que es “gran escritor pero mala persona”, no se molesta ni la mitad que si le dicen que es “gran persona pero mal escritor”. Sucedió que ayer todos salvaron al escritor: no hubo nadie tan necio que negara su estatura como palabrista.


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EN CUANTO a su faceta como intelectual o polemista político, ayer recibió muchas críticas desde los sectores de izquierda, pero no creo que tampoco se hubiera molestado mucho, porque toda la vida sufrió un volumen de críticas sin parangón con las que sufrieron otros escritores, porque la literatura occidental está dominada sobre todo por la izquierda. Vargas Llosa era en ese sentido igual que sus críticos: él apenas fustigó a los autores por la calidad de su literatura, sino sobre todo por su papel como referentes políticos o como intelectuales. Esto es por ejemplo lo que dijo de Pablo Neruda: 
¿Cómo pudo ser, la misma persona que revolucionó de este modo la poesía de la lengua, el disciplinado militante que escribió poemas en loor de Stalin y a quien todos los crímenes del estalinismo —las purgas, los campos, los juicios fraguados, las matanzas, la esclerosis del marxismo— no produjeron la menor turbación ética, ninguno de los conflictos y dilemas en que sumieron a tantos artistas? Toda la dimensión política de la obra de Neruda se resiente del mismo esquematismo conformista de su militancia. No hubo en él duplicidad moral: su visión del mundo, como político y como escritor (cuando escribía de política) era maniquea y dogmática. Gracias a Neruda incontables latinoamericanos descubrimos la poesía; gracias a él —su influencia fue gigantesca— innumerables jóvenes llegaron a creer que la manera más digna de combatir las iniquidades del imperialismo y de la reacción, era oponiéndoles la ortodoxia estalinista.
Y esto, aún más nítido, sobre Bertolt Brecht:
¿Es mezquino hurgar en estas humanas debilidades del genio en medio del fuego de artificio y las fiestas con que el mundo celebra su primer centenario? No, si el genio, como ocurrió con Bertolt Brecht, quiso ser no solo un buen escribidor, sino, también, un director de conciencia, un dómine en cuestiones morales y políticas, un profesor de idealismo. Para eso es indispensable, además de una pluma sutil y una imaginación fulgurante, una conducta coherente. Es decir, predicar con el ejemplo.

 

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CUENTA ORTEGA y Gasset en El hombre y la gente que cuando era joven, en uno de sus viajes a Buenos Aires, coincidió en un transatlántico con unas jóvenes norteamericanas muy guapas a las que comenzó a hablar "como se les habla a las jóvenes muy guapas", pero resultó que una de las norteamericanas enseguida le notó el tono y de inmediato le reclamó al filósofo: “Por favor: no me trate como a una mujer, sino como a un ser humano”. A lo que Ortega le contestó así:
—Señora, yo no conozco ese personaje que usted llama “ser humano”. Yo solo conozco hombres y mujeres. Como tengo la suerte de que usted no sea un hombre, sino una mujer —por cierto, espléndida—, me comporto en consecuencia.
Ortega tiene algunas cosas en las que se adelanta a su época, por ejemplo al definir a la nación como “proyecto sugestivo de vida en común”, definición que elimina todo turbio apriori o esencialismo étnico (aunque tampoco se libró del todo de los esencialismos, ya hablaré más adelante de Ortega en más largo), o con su “España es el problema, Europa la solución”, con que se aparta de la prototípica nación pura y autárquica, la que suele desembocar en violencia y fanatismo, y la integra en una colectividad más amplia. También fue un ser adelantado a su época porque puso a España al ritmo europeo de las nuevas corrientes culturales: es conocido que la primera traducción de la obra completa de Freud a cualquier idioma fue precisamente al español, la que encargó Ortega para la Revista de Occidente.

En el caso de las mujeres no consiguió adelantarse, como se ve muy bien en la anécdota que él mismo cuenta. Y tengo entendido que hasta suspendió por un tiempo su relación con Victoria Ocampo porque la argentina dio una conferencia sobre poesía femenina, género que para Ortega era territorio exclusivo de los hombres. Un ejemplo más de que el famoso contexto no afecta de la misma manera a todos.

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CONTAMOS CON la opinión del estado, que solo desea fortificar el rebaño y siempre favorece a los autores folclóricos, aquellos que cantan a la tierra y “sienten” la camiseta, y contamos con la opinión de los escritores, que a veces consiguen superar el contexto y juzgan atendiendo a los valores literarios. Si dejamos que el estado fije el canon, naturalmente que Gabriel Aresti será siempre el poeta nacional de Euskadi y Federico García Lorca el de España, como Tu Fu será el de China o Whitman el de Estados Unidos. Si en cambio el canon lo fijaran los escritores o aun los lectores, antes de ser adoctrinados con la roña nosotrista en las escuelas...

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El molde te premia y te mata. El escritor tiene que acertar en su distancia, porque de tanto insistir en la misma acabas confundida en ella. Quien apuesta por el género más corto e ingenioso, el aforismo, comienza a ser inservible para otros géneros más largos, que necesitan trenzas de personajes, bosques de ideas enlazadas y ritmos más largos. Quien lo apuesta todo al aforismo puede hacer como mucho géneros cercanos como el fragmento, el poema, el haiku, el artículo, el microcuento o el diario.

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HE REGRESADO a un griego español, José Antonio Marina. Griego porque se interesa por las otras culturas, porque conoce el infinito de las morales y los dioses, porque parte de un nosotros adelgazado por la tolerancia. Me gusta de Marina que cultiva el instinto de Camus por los síes, por las soluciones que si no son colectivas no pueden ser soluciones, porque contra viento y marea predica felicidad pública. También porque no se deja engañar por algunos mitos de la modernidad: Marina llama "toreo de salón" al regodeo en el mal de algunos románticos y vanguardistas; niega que el lector sea el principal actor del libro, como dice el mantra de nuestra época, y sonríe cuando una rama de la psicología cognitiva aboga por acabar con los problemas mirándolos desde la positividad. Es Marina también un ilustrado impenitente que ha dado la batalla a Foucault en la filosofía y la está dando al trumpismo en la política.

También es verdad que he regresado a él porque es de los pocos que tiene los libros en epub en la Casa del Libro, a precios entre seis y doce euros cada uno :)

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ASÍ COMO llevamos siglos preguntando cómo Shakespeare sabía tanto sin haber disfrutado de una gran educación, Stefan Zweig también se asombra del conocimiento ignorante de Balzac:
Centrémonos en Balzac. ¿Cómo llega uno a acumular tanto conocimiento sobre los hombres y sobre la vida? La biografía del autor no ayuda a esclarecer este enigma, al contrario. Apenas tuvo trato con el mundo, su contacto con la sociedad se reduce a dos o tres años. Las obras maestras de su juventud las escribe en una modesta buhardilla. Apenas disfrutó de la vida. Incluso sus aventuras amorosas fueron más ficción que realidad. De hecho, son fundamentalmente relaciones epistolares. Balzac, el mago de la ilusión, podía fantasear con una mujer igual que se proyectaba en los héroes de sus libros, en lucha contra el destino, tratando de conquistar París una y otra vez.
¿Y si algunos escritores, como tantos sostienen, están ya construidos en la tripa de su madre? No quiero decir que todos los escritores nazcan, sino solo algunos de ellos. Los demás deben coger el pico y la pala y, si se esfuerzan el doble o el triple día tras día, a veces llegan a recuperar la ventaja que les sacan los innatos.

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YA ES curioso que Borges no se mundializara de verdad hasta que se jubiló, a mediados de los años sesenta. Tampoco parece que tuviera mucho dinero por entonces, como cuenta en esta entrevista que concedió a Vargas Llosa a los 65 años, el subrayado es mío:
Fui invitado a dos congresos en Berlín. Luego mi gira continuó y estuve en Holanda. Luego, mi secretaria Esther Vásquez y yo seguimos por Inglaterra, Escocia, Suecia, Dinamarca y ahora estoy en París. El sábado iremos a Madrid. Agradezco haber sido invitado a ese congreso, ya que para un hombre sin mayores posibilidades económicas como yo, esto me ha permitido conocer países que no conocía, llevar en mi memoria muchas imágenes inolvidables de ciudadanos de distintos países. Pero, en general, creo que los congresos literarios vienen a ser como una forma de turismo, ¿no?, lo cual, desde luego, no es del todo desagradable.

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ESCRIBE BORGES en Otras inquisiciones para responder a Américo Castro, que se había quejado del español deficiente que hablaban los argentinos:
He viajado por Cataluña, por Alicante, por Andalucía, por Castilla; he vivido un par de años en Valldemosa y uno en Madrid; tengo gratísimos recuerdos de esos lugares; no he observado jamás que los españoles hablaran mejor que nosotros. (Hablan en voz más alta, eso sí, con el aplomo de quienes ignoran la duda.)
Y más abajo:
El hecho es que el idioma español adolece de varias imperfecciones (monótono predominio de las vocales, excesivo relieve de las palabras, ineptitud para formar palabras compuestas) pero no de la imperfección que sus torpes vindicadores le achacan: la dificultad. El español es facilísimo. Solo los españoles lo juzgan arduo.
He aquí la ventaja del que no es patriota del idioma: mientras el hispanohablante que nace en la Península ama a su idioma desde la cuna y no se hace preguntas sobre sus posibles defectos, porque sobrentiende que carece de ellos, el hispanohablante de América vive en una relación ambigua, como ya lo subrayó Octavio Paz, porque el español es un idioma propio pero también es el idioma del conquistador, y por tanto no se enamora de él sino que sospecha y lo escruta y lo juzga...

¿Cómo pudo convertirse un antiespañol cultural tan mayúsculo como Borges en el mejor escritor del idioma? ¡Precisamente porque no amaba el español y en consecuencia se puso en la situación de hacerle una enmienda a la totalidad! Siendo un hombre que conocía otros idiomas y otras tradiciones culturales que le parecían superiores, Borges tomó la espada desde el francés y el inglés y, hechas las comparaciones, atacó al español en el mismo centro del problema que padece desde Herrera, desde Quevedo, desde Góngora, desde Gracián: el de la mutiplicación cancerígena de vocablos, de sinónimos, de redundancias, de imprecisiones, que afecta incluso a los escritores no estilistas y que ha convertido el idioma literario en un idioma de charlatanes.

Entre tantos legados este es uno de los más grandes que nos deja Borges: el de que el escritor, antes de proclamar acríticamente "mi patria es el idioma", debe examinar su macizo central para ver si coincide con sus pulsiones más profundas. Si el idioma en que escribes no coincide con tu aparato digestivo, tienes derecho a zarandearlo y voltearlo y machacarlo hasta crear el tuyo.

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PERO QUÉ malos son los Silogismos de la amargura de Cioran, por favor. El gran Cioran es el que escribe en fragmento largo, el de La tentación de existir o Breviario de podredumbre, aunque también tiene algunos libros de aforismos notables, como De lágrimas y de santosDel inconveniente de haber nacido o Ese maldito yo. El propio autor dice en sus Cuadernos que trató de hacer "otro La Rochefoucauld" con sus Silogismos, lo que me hace abrir mucho los ojos, porque las Máximas del francés son perlas compactas puestas al servicio de un collar, mientras que los Silogismos de Cioran son una colección de ocurrencias que no están al servicio de un pensamiento superior. Abusa tanto del cisne negro y del corte de mangas que acaba aburriendo. Tiene un aforismo donde se delata, el subrayado es mío:
Por muy íntima que sea nuestra relación con las actividades del espíritu, no podemos pensar más de dos o tres minutos al día —a menos que por gusto o por oficio nos ejercitemos durante horas en brutalizar a las palabras para extraer de ellas ideas.
El intelectual representa la mayor desgracia, el fracaso culminante del Homo sapiens.
Yo no le exijo a nadie la capacidad de Sócrates, que según cuenta Jenofonte podía permanecer inmóvil, pensando en una misma idea, desde la mañana hasta la noche, pero decir que solo podemos pensar "dos o tres minutos al día" me parece la típica hipérbole gratuita de Cioran, de esas que te dejan con ganas de tirar el libro. ¿Cómo no vas a pensar una o dos horas en lo mismo si el motivo te preocupa o te es necesario? Si solo piensas dos o tres minutos al día es que no tienes necesidad ni inquietud por lo que estás pensando, o solo la suficiente para escribir una bola de bobadas como estas de Cioran.

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EN "FRANCISCO Umbral: la escritura absoluta", Javier Villán recopila en forma de diccionario todos los neologismos que creó Umbral y todas las palabras poco frecuentes que utilizó en su obra. Solo con la letra A incluye abullonar, achangero, agachapandarse, aloritado, altiricona, apanarrado, atalajarse, aventamiento o azaro. Esto me parece un error en el que caen tantos estilistas (Cela todavía más, al mismo nivel de Carpentier o Valle-Inclán), si bien el mejor Umbral me parece el que va de 1994 a 2001, el de Las palabras de la tribu, Los cuadernos de Luis Vives, La forja de un ladrón, Diario político y sentimental o Un ser de lejanías, época en la que se mostró mucho más comedido con el lenguaje.

Pienso que el escritor debe ganarse cada palabra que utiliza, no agregándola como bazar persa o voluta decorativa, sino por razones de gusto, precisión y pertinencia. La mayor parte de los estilistas en español, empezando por Quevedo, muestran muy poca contención y a menudo su floración de palabras deriva en lo inexacto e impreciso, lo que de por sí es una muestra de mal gusto y mal estilo. Ejemplo absoluto de buen uso y buen gusto en el lenguaje es Borges, precisamente porque le pone límites y maneja un vocabulario reducido pero bello y preciso. Ya es curioso y aleccionador, y un ejemplo más de su grandeza, que el mayor escritor-rata de biblioteca del idioma apostara por las palabras frecuentes y despreciara las de diccionario.

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...PERO QUIZÁ la causa de que a Jesús lo elevaran a Dios fue su bondad suicida, esa cualidad que a sus contemporáneos les debió parecer sobrenatural llevada a esos extremos. ¿Una persona que no atiende a sus intereses y hasta se deja matar? Esa criatura no puede ser humana, imposible que sea de este mundo...

700


PENSANDO ESTA tarde en las hogueras de Nietzsche. No sé dónde leí (¿en algún cuaderno de Jiménez Lozano?) que Nietzsche se puso a encender hogueras en las montañas de los Alpes para superar su ruptura con Lou Andreas Salomé. Hacía una hoguera y daba rienda a su tristeza hasta que se consumía, después se iba trescientos metros más allá y hacía otra, y así. Es una anécdota muy bonita que me lleva a otra mucho más esencial, la de Lou recalcándoles a Nietzsche y a Ree que no estaba interesada en el sexo, que no quería eso, causándole a Nietzsche el efecto contrario, pues la pretendió más a raíz de esa revelación, igual que yo pretendí más a Iratxe cuando me dijo que odiaba la penetración. También hay otra historia famosa por ahí, de una mujer que se pone muy erótica con Nietzsche... y Nietzsche lo pasa tan mal que al final escapa por la ventana.

Si hay un secreto en Nietzsche es que está aterrado ante las mujeres, a las que desea con locura pero a las que no se quiere follar (no sabemos por qué, aunque Safranski dice que los rumores no demostrados sobre su homosexualidad ya eran corrientes en su época). Igual tiene lo mismo que yo, si supiera lo que tengo yo :) Esta confusión sexual contribuye a que Nietzsche no se asiente como persona ni como personaje público: todos los testimonios que tenemos sobre él, incluidos los de sus amigos, es que el más brillante de los escritores no era una persona brillante en las reuniones sociales. Pocas cosas aíslan más que una disfunción sexual (Gogol, Pessoa, Borges): el que no se comprende sexualmente se sitúa fuera de la sociedad y a menudo contra ella.


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CUÁNTA CALIDAD que atribuimos al poeta pertenece en parte a la composición. El 90% de los poemas buenos de Blas de Otero son sonetos; quizá el 80% de los de Lope y Quevedo. Si el soneto fuera una persona y pudiera pedir derechos de copyright a cada poeta, por fuerza tendría que ser multimillonario.

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MI LUCHA de años contra la inteligentsia poética consiste en abogar por una poesía rítmica pero no fonética. La razón de que el 80% de la tradición española sea una completa engañifa (todo el garcilasismo, el gongorismo, el modernismo y el 27), un fardo de poemas nulos, cursilindos o artificiales, que para leerlos hay que quitarles primero el plástico, es que teniendo como tiene el poeta un idioma áspero, duro (nosotros no escribimos en francés ni en inglés), los autores se empecinan contra natura en el logrado fonético, para lo cual escriben en un idiolecto fingido que genera poemas muertos, sin verdad, que no guardan ningún contacto con lo real. Para comprender cabalmente lo que digo compárense los tabiques de la poesía española con los de un idioma similar, el italiano: ¡cuán amplia y real y más cercana es la tradición de la poesía en italiano, precisamente porque ellos no se han rendido a los soniditos!

697


...y cuando hablo de soniditos me refiero al diminutivo exactamente: ¡si la poesía española se hubiera entregado al menos a los sonidazos de lo fuerte y poderoso, a la leona, al trueno, a lo marítimo, y no al lindosonar de lo fino o delicado que desemboca enseguida en boberías y pamplinas! Basta pasar una hora con Pessoa o Kavafis o Sharon Olds y te lees más poemas buenos que los que ha producido España en toda su historia.

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EL AMOR fati es más fácil de formular para un noble de Röcken que para un aldeano de Lauros. El cínico de Nietzsche se atreve a pedir al obrero que abrace su suerte, que no se queje, que le encuentre la pulpa sana a la manzana podrida, pues resulta que su famosa “voluntad de poder” solo aplicaba para la aristocracia y no para el obreraje, que si la utilizaba se convirtía en sucio resentimiento. ¡Con qué frivolidad se llenaba la boca de amor fati un helenista que dedicaba su tiempo a leer, caminar, montar a caballo, tocar el piano, acudir a la ópera o viajar por Europa!


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QUE SEA tan anti de Nietzsche y que a la vez no pueda dejar de hablar de él... Creo que con este autor me sucede lo mismo que le sucedía a él con Sócrates y Platón, con los que mantenía una repulsión admirativa (ver su correspondencia), por decirlo en oxímoron. Nietzsche es tan seminal en mi experiencia como lectora que creo que le debo una de mis tres inteligencias:

La primera inteligencia es la que vino conmigo de fábrica, en el hospital de Cruces en Baracaldo.

La segunda es la que me nació de escuchar a los nacionalistas vascos decir su verdad sobre España y a los nacionalistas españoles decir su verdad sobre Euskadi.

La tercera es la que me ha nacido contra Nietzsche, pues no me he encontrado otro que sea capaz de tanta variedad de temas, tantos esguinces en las ideas, tanta expresividad en el lenguaje, tanta intensidad... puestas al servicio de lo contrario de lo que yo pienso y defiendo y amo.

La mayor parte de la inteligencia nace en-contra-de. A Montaigne o Bertrand Russell o Albert Camus los adoro, pero no hacen crecer mi inteligencia porque les doy la razón en casi todo. En cambio con Nietzsche...


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GRAN PARTE de las anécdotas famosas de los antiguos griegos no se sostienen, por ejemplo la de Tales, que criticado por su dedicación poco provechosa a  andar pensando "en las nubes", quiso demostrar que el filósofo también puede ser práctico cuando quiere, y después de hacer observaciones astronómicas y meteorológicas, calculando en invierno que la cosecha de aceitunas iba a ser excelente, alquiló a precio bajo todas las almazaras (prensas de aceite) de Mileto y Quíos. Cuando en septiembre llegó la cosecha fabulosa, hubo necesidad de almazaras, y Tales las realquiló por precios mucho más altos, ganando una suma grande y cerrando las bocas de los que decían que la filosofía "no sirve para nada". El problema de esta anécdota es que es imposible pronosticar con la mera observación del clima o de los planetas la cosecha de ocho o nueve meses después: cualquier meteorológo honesto te dice que el acierto en la predicción del tiempo decae mucho después de una semana. Igual Tales lo hizo y acertó, pero fue porque le sonó la flauta. Existen técnicas para pronosticar las cosechas de aceituna, pero incluso hoy, usando drones, IA y la órdiga, no se pueden realizar hasta el mes de marzo, cuando el olivo empieza a brotar.

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ADEMÁS DEL filósofo Tales, otros escritores consiguieron destacar en el mundo de la invención no literaria, por ejemplo Thoreau, que mejoró el diseño de los lápices al desarrollar una mezcla superior de grafito y arcilla; Franz Kafka, que trabajó en el diseño de un casco de seguridad para obreros; Lewis Carroll, que inventó un triciclo para adultos, un juego similar al Scrabble y el nictógrafo para escribir en la oscuridad; Mark Twain, que patentó un álbum de recortes autoadhesivos y unos tirantes autoajustables para chalecos; Roald Dahl, que ayudó a inventar un dispositivo médico para drenar líquido del cerebro; Margaret Atwood, que creó el LongPen, un brazo robótico remoto para firmar libros; Conan Doyle, que propuso un prototipo de chaleco salvavidas para marineros; E.T.A. Hoffmann, que patentó una lámpara de aceite; Jonathan Swift, que inventó un bastón plegable que incluía un instrumento para escribir y un reloj de sol; John Milton, que ideó un sistema para ayudar a los ciegos a escribir usando ranuras y plantillas; Goethe, que descubrió un hueso en el cráneo humano al que llamó "hueso intermaxilar"; o Vázquez Figueroa, que ideó un sistema para convertir el agua del mar en agua potable.


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ME LIBRÉ de Umbral cuando me di cuenta de que mi respiración es más larga y fallida, llena de ansiedad. Él tiene una respiración corta, limpia, de frase azoriniana, influencia que siempre negó con su parte de razón, porque Umbral es más metafórico y creativo mientras que Azorín era un muermo que despreciaba las vanguardias, pero los dos comparten frase, respiración y uso insólito del adjetivo.

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NIETZSCHE NO era un machista promedio de su época, como sostienen los cien millones de Nietzsche's fellators con que me suelo topar en los debates de la red, sino uno que supera con mucho el contexto de la época y se convierte por causticidad y perseverancia en uno de los mayores escritores machistas de la historia. La razón de que Nietzsche destaque tanto en un campo en el que por desgracia es difícil destacar, habida cuenta de la amplia nómina de luminarias que han cargado contra las mujeres en la historia del pensamiento, es que el helenista alemán reaccionó contra el amanecer feminista de la época: el feminismo era para él otra cabeza más de la hidra democrático-obrero-socialista que crecía a su alrededor. En esa época John Stuart Mill escribió La sujeción de las mujeres (1869) y apareció el sufragismo, movimiento que el propio Nietzsche conoció al dedillo, porque la mujer más importante de su vida, Lou Andreas Salomé, era feminista o al menos protofeminista; su mejor amiga, Malvida von Meysenburg, también lo era; y Meta von Salis, con la que mantuvo una amistad los tres últimos años de su vida cuerda, era activista por el sufragio femenino en Suiza. Por otra parte, los ataques a la mujer no son en Nietzsche pasión de un momento o de un despecho pasajero, sino una de las columnas vertebrales de su obra: ataca a las mujeres en 1) Humano, demasiado humano 2) Así habló Zaratustra 3) Más allá del bien y el mal 4) La genealogía de la moral 5) El Anticristo y 6) Ecce Homo, con ataques menores en otras de sus obras, pues su misoginia era tan acentuada que no se resiste a sacarla cada vez que el Pisuerga pasa por Valladolid. ¿Que Schopenhauer era también muy machista y tú Vanessa bien que te lo callas porque Schopi te pone mucho? Desde luego que Schopenhauer debe figurar también en cualquier top-10 de escritores misóginos de la historia, pero Schopenhauer padeció un contexto social más machista que el de Nietzsche, y si pusiéramos lo que dijeron Nietzsche y Schopenhauer sobre las mujeres en dos columnas paralelas (estoy por hacerlas esta noche), veríamos que Nietzsche es más canalla aún que Schopenhauer, es un tipo que trata de hacer más daño.

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ESO QUE dijo Benjamin Disraeli, que repetir las mismas anécdotas es una señal de que te has hecho viejo y debes retirarte del mundo, no creo que me vaya a pasar nunca, porque como buena discípula de Montaigne y lectora de algunos historiadores grecolatinos (Herodoto, Suetonio, Plutarco, Diógenes Laercio), guardo en el cerebro un almacén interminable de chascarrillos que son mi unidad mínima de palabrismo. Uno de mis autores favoritos de juventud con el que ahora soy injusta, Francisco Umbral, también fue el mayor fardo de anécdotas de los escritores españoles del siglo XX (empatado quizá con Julio Camba y con el Gómez de la Serna retratista), y además eran las suyas de las más terroristas y desvergonzadas que me he leído nunca. Recuerdo cuando leí la que contaba sobre Emilia Pardo Bazán, que mantuvo un amorío famoso con Benito Pérez Galdós y otro con Blasco Ibáñez. Umbral cuenta la misma anécdota con los dos. Venían los amigos íntimos a preguntarle qué tal iba su relación con Emilia y Benito respondía, apesadumbrado:

—Mal, porque me hace daño cuando me la chupa, por lo que le he pedido que se quite la dentadura postiza.

Incluso con una anécdota aparentemente tan poco nutritiva como esta, que parece buscar solo el morbo, yo me pongo de inmediato a manosearla y descebollarla, tal es la pasión que siento por estas historias bonsái. La primera conclusión a la que llego es que a finales del siglo XIX en odontología ya existían las dentaduras postizas; la segunda que Pardo Bazán debía ser una mujer muy adelantada a su tiempo, pues yo he nacido 125 años después en una zona rural y allí es impensable que una mujer le chupe la polla a su novio (o que su novio le chupe el clítoris a ella); la tercera que Pérez Galdós o Blasco Ibáñez no eran indiferentes a la masculinidad tóxica que ha predominado en casi todo tiempo y lugar, pues les gustaba contar a sus amigos sus hazañas como sansones del sexo. La cuarta y última que Francisco Umbral era un impresentable difundidor de rumores morbosos, al mismo nivel que lo estoy siendo ahora yo :)